Acabo de terminar de leer esta novela enorme, inmensa,
inconmensurable. Y no lo digo en forma despectiva, tampoco lo digo
aludiendo a sus más de 400 páginas, sino a la
calidad, la intensidad y el
estilo
épico de esta obra inolvidable. Ambientada en a fines del siglo XIX en
la Frontera con el Wallmapu, el país mapuche, en la actual IX Región de
Chile,
esta novela extraordinaria nos cuenta la historia de Anselmo Mendoza,
un rico hacendado que fue forjando a punta de talento, esfuerzo y
valentía, una fortuna y una fama de
hombre
cabal y transparente, recio y esforzado, con quien no se puede jugar
con cartas marcadas. La exuberancia del paisaje, la profundidad de los
rasgos psicológicos de los personajes y el fino
humor del que hace gala el autor van a cada instante, a cada página, sorprendiendo al lector en esta novela que se lee sin
pausa
y con una emoción e inquietud permanente. Cómo olvidar la delicadeza de
Isabel, la pasión de Terencia, la lealtad del lonco Domingo Melín, la
gallardía de Belarmino, la agudeza de El Verde, la entrega de Emilia o
la franqueza de Adolfina, por
solo nombrar a algunos de las decenas de personajes que desfilan por las páginas de Frontera.