Entre los
actores de la batalla de Tacna y las víctimas lloradas de la de Chorrillos,
debe contarse, en justicia, al perro del Coquimbo. Perro abandonado y
callejero, recogido un día a lo largo
de una marcha por el piadoso embeleco de un soldado, en recuerdo, tal vez, de
algún otro que dejó en su hogar al partir a la guerra, que en cada rancho hay
un perro y cada roto cría al suyo entre sus hijos.