A pesar de las tensiones a que da lugar este patrón de dos fases se halla presenta en el desarrollo de la doctrina y en los tratados internacionales durante el siglo XX. La misma Declaración Universal (1948) lo expresa de la siguiente forma: "Toda persona tiene derecho a la educación", mientras "los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos".