La feliz idea de Mónica Díaz, al
organizar este concurso, ha generado la trilogía que acompaña las siguientes
páginas: la Poesía, el Amor y los Alumnos.
La
Poesía, porque aunque los poemas que presentamos a continuación puedan tener
para los eruditos algunas carencias técnicas, éstas se compensan en extremo con
la autenticidad transparencia, y nobleza
de los sentimientos y emociones que reflejan estas sencillas obras. Y ¿qué otra
cosa puede ser la poesía que la transmisión fiel de la intimidad emotiva de
quienes asumen la inefable tarea de plasmar sobre una hoja en blanco todo su
mundo interior? Ciertamente estos poemas pueden carecer de oficio literario,
pero no están desposeídos, no carecen de poesía.
El
Amor es nuestro segundo invitado. Enrique Barrios, por boca de Ami, nos dijo
que este sentimiento es “la Ley
fundamental del Universo” y este libro que tengo el placer de comentar,
cumple esa ley a cabalidad y no se crea que sólo se presentan algunas obras
propias de los primeros enamoramientos juveniles o infantiles, no, hay también
un par de miradas a la vida, a la naturaleza, a la inmensidad de la Creación, al
amor que brota por todas partes y que nuestros ojos del alma, cegados y
atrofiados en nuestra vertiginosidad cotidiana, no siempre son capaces de
encontrar. Pero, ¿para qué existen los poetas, entonces? Para abrir por
nosotros muy grandes las pupilas y en una mirada omniabarcante hacernos
recordar el esplendor maravilloso que brota por doquier.
Y
nuestros últimos invitados son nuestros propios alumnos. Alguien dirá que no
son invitados, que son los dueños de casa, pero permítanme decirles que en
estas páginas son los invitados de honor, son los creadores que decidieron
hacer un esfuerzo tras sus jornadas académicas y que mientras la mayoría de sus
compañeros buscaban el merecido descanso, ellos se internaban en su propia
intimidad removiendo la materia agridulce de los sentimientos para encontrar el
motivo justo, el sentimiento exacto que deseaban compartir; mas eso no es todo,
la tarea más dura estaba por venir: debían encontrar las palabras para hacerlo,
debían hurgar en sus propias heridas, en sus frágiles alegrías, en sus
permanentes incertidumbres para calar la hondura de lo que habrían de decir.
Heroica tarea el lenguaje de la poesía a menudo hiere al poeta, convirtiendo el
poema en catarsis, en pasión cruda y doliente.
No
es fácil para nuestros alumnos escribir poesía porque, lamentablemente, hace
mucho rato que el alto lenguaje de la lírica ha abandonado la cotidianeidad y
aparece, para muchos, como una experiencia cursi o pasada de moda. ¡Eso nos
faltaba! Nuestros alumnos no solo debieron enfrentarse desnudos de “teoría
literaria” a la tarea de escribir un poema y transitar por los laberintos del
alma descerrajando el alma, sino que también, en algunos casos, debieron lidiar
con el cruel “qué dirán”, con el peso de la mirada burlesca de aquellos
desposeídos que no tienen acceso al reino de la poesía y que disfrazan su
carencia fastidiando a los buscadores de las Llaves del Reino.
Por
todo ello son nuestros invitados de honor, la antorcha encendida que pretende
iluminar con mirada espontánea nuestras aulas inundándolas de poesía. Son
nuestros invitados de honor en agradecimiento y reconocimiento a ese esfuerzo
ciertamente fecundo.
Hubiéramos
querido que las páginas de esta sencilla publicación hubiesen sido más anchas
para cobijar los 52 poemas que se presentaron a este concurso. No era posible.
Para aquellos que transitaron por las mismas avenidas ya descritas y que
tuvieron similares trabajos y esfuerzos, mas no lograron figurar entre los
ganadores, nuestro respeto, admiración y palabras de aliento y de súplica: ¡No
se dejen desarraigar de la poesía! ¡No permitan que nadie les quite ese vínculo
con el alma de la Creación! Prometemos nuevos concursos para nuevos ganadores,
para encontrar nuevos poetas y nuevas voces, ¡Letras nuevas para nuevos
poemarios!
A
continuación, pasemos breves revista a estos trabajos:
Darío
Vanella nos dice en su poema algo que es tan evidente como el color del pasto,
pero inmediatamente liga esa idea de verdor y frescura con el rostro de la niña
que lo asombra y lo enamora, creando a partir de esos pequeños detalles un
bello poema pleno de ritmo y luminosidad, Si recordamos que sólo cursa segundo
básico, estamos frente a un poeta en potencia.
Nicole
Quezada, también de segundo básico, abre su mirada a la vida en una tarde de
invierno y esa estación que a menudo ha sido poetizada como melancólica y
triste, se convierte en sus versos en un juego travieso motivador de alegrías
infantiles.
Camila
Acuña, nuestra flamante ganadora del nivel básico menor, no habla de lo
profundos que pueden ser esos amores infantiles, capaces de alegrar la
permanencia en la escuela con la sola promesa del encuentro. Un poema tierno,
delicado e ingenuo ¡un hallazgo!
Brenda
Castro nos comparte la tristeza y la nostalgia del adiós, mezclada con la queda
esperanza del reencuentro, un sentimiento universal plasmado en versos por una
niña de once años.
Fernanda
Alfonso, por su parte, también nos comparte sus propias sensaciones respecto de
un adiós, pero en el de ella todo el entorno verbaliza el sentimiento de
pérdida. La reiteración permanente del mismo verbo, lejos de convertir a poema
en algo cansador y pesado, le brinda una conmovedora profundidad a la carencia.
Roberta
Ávalos, la feliz ganadora del nivel básico intermedio, nos da una imagen plena
de esplendor de la naturaleza, un sentimiento optimista que llama a disfrutar
la vida y a no perdernos detalle de la Creación.
Claudia
Grove, por su parte, nos presenta un poema en el que la imagen de la semilla y
del amor que nace, se funden en unos versos plenos de sentimiento.
En
el poema “Un amor perdido” Mariela
Cruz nos comparte la angustia de la pérdida y el remordimiento y la sensación
de que, quizás, hay algo de culpa propia en la ausencia.
Pablo
Zamora, flamante ganador del nivel básico mayor, nos trae un breve poema en que
el sujeto amado es comparado con todo aquello que denota la suavidad y la
ternura femenina, varias reminiscencias de otros cantos, ecos de viejos poemas
suenan en estos versos, sin que por ello pierdan su propia frescura y
originalidad.
Andrés
Rincón, por su parte, en su poema “Cementerio
de inocencias”, nos habla de pasiones incontroladas, de pecados, de
esencias, inocencias y fugacidades tan reales como la propia vida. Es, sin
lugar a dudas, un poema de alto vuelo, producto de una pluma que puede dar
mucho más todavía.
Gabriel
Jorquera nos propone con su poema “La
realidad”, el enfrentamiento con las oscuridades de la propia alma, la
soledad, la angustia y el eterno devenir de lo consciente a lo inconsciente.
Poema de lectura compleja, deja sentir su carga de angustia en cada verso en
cada palabra. La aridez aparente del poema da el tono exacto del temple de
ánimo y nos permite calibrar la profundidad del talento literario de este
poeta.
Catherine
Fonseca, la ganadora del nivel de enseñanza media, nos habla del tesoro del
amor, de la celestial alegría de los besos correspondidos y de la condena que
significa la negación de ellos. Bello y dulce poema con el que cerramos esta
muestra que, esperamos, sea la primera de una larga serie de versos que adornen
nuestras aulas. La Poesía llegó para quedarse y para iluminar los espíritus de
nuestros niños y jóvenes ¡Bienvenida!
prof. Benedicto González Vargas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimado visitante, gracias por detenerte a leer y comentar, en cuanto pueda leeré tu comentario y te responderé.