Sofía
Correa Sutil es historiadora, académica de la Facultad de Derecho de la Universidad
Chile y, además, experta en Educación. Hace ya algún tiempo escribió el
siguiente artículo sobre el tema de la calidad educacional que tanto nos ocupa
en el último tiempo:
"Parafraseando un poco a
Almodóvar, la mala educación pena en nuestra vida cívica. ¡Cómo olvidar esas
imágenes de colegios inundados e insalubres que vimos hace dos años durante la
"Revolución Pingüina!" Recientemente, los problemas escolares han
vuelto despertar la atención pública. Los estudiantes están protestando
semanalmente: La
Tercera del domingo nos informa de una investigación que demuestra que los egresados de pedagogía
básica saben apenas un poco más que cuando ingresaron a la Universidad y, por
último, los resultados del SIMCE confirman lo que ya sabemos: que la mayoría de
los estudiantes chilenos recibe una mala educación. En buena parte eso se debe
a que el sistema educacional padece de graves problemas estructurales,
diagnóstico que se ha vuelto indiscutible, tanto así que a estas alturas no hay
quien defienda la LOCE, ni la que firmó Pinochet, ni la que firmó Lagos.
Esperemos que la Ley General que está por discutirse en el Congreso permita
avances sustantivos de manera que el Estado pueda fiscalizar la inversión de
los fondos públicos y pueda exigir estándares de calidad a todo el sistema.
Sería un avance, pero eso no es todo. En estos días, por fin se ha puesto
atención en la formación de los profesores. La Ministra de Educación, con razón,
ha emplazado a las universidades por no haber abordado esta tarea con la
dedicación que se requiere, pero no se puede desconocer que también su
ministerio tiene una responsabilidad que asumir. Por ejemplo, la secretaria de
estado ha cuestionado a las universidades porque están titulando profesores de
básica que no tienen estudios sistemáticos en ninguna disciplina y que, por lo
tanto, carecen de los conocimientos necesarios para enseñar. Simplemente, lo
que las universidades están haciendo es formar los profesores que el sistema
educacional pide. Como sabemos, la mayoría de los establecimientos públicos y
subvencionados funcionan con profesores generalistas hasta octavo año básico,
cuando los estudiantes tienen 14 años, lo que a todas luces resulta insostenible.
Este problema es relevante para abordar la calidad de la educación del país, y
el Ministerio de Educación debe dar los pasos necesarios para asegurar que los
últimos años de básica se entreguen sólo a profesores que hayan recibido una
sólida formación en la disciplina que enseñan, como sucede en la Educación
Media. En realidad, el sistema debería funcionar con profesores con
especialidad disciplinaria desde quinto básico, como se hace, por lo demás, en
los colegios particulares pagados, que contratan a docentes de enseñanza media
para tomar estos cursos. Si hemos de acortar brechas, esta es una manera de
hacerlo.
Por cierto, hay que valorar la vocación y entrega de los profesores.
Ellos tienen una tarea titánica en sus manos, especialmente cuando educan a
jóvenes de escasos recursos socioeconómicos y culturales. Necesitan y merecen
recibir una sólida formación en los cinco años de estudios universitarios que
deben aprobar antes de titularse, porque afortunadamente los profesores en
Chile se forman en la universidad y no en centros politécnicos. Por eso mismo,
para dejar atrás la mala educación, también es necesario comenzar a revisar la
institucionalidad universitaria plasmada en la LOCE, así como también las
políticas universitarias que desde los años 80 se han diseñado desconfiando de
las universidades públicas y descansando en criterios de mercado"
Hasta aquí este excelente y esclarecedor artículo que se detiene largo rato en
el análisis de la formación inicial docente y la calidad de los profesores recién
egresados, un problema que aún no puede resolverse en nuestro país. Es de
esperar que las nuevas normativas que estudia el Congreso puedan traducirse en
reformas reales que aporten a mejorar la calidad de nuestro sistema educativo.
prof. Benedicto González Vargas
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