Buscando información para un curso que estoy preparando relativo a Lenguaje y medios audiovisuales, me encontré con esta antigua entrevista a uno de los mayores expertos chilenos sobre el fenómeno televisivo, Valerio Fuenzalida, académico y escritor, ha publicado varios estudios respecto de la televisión chilena y es una voz autorizada interesante de conocer.
Pese a que la entrevista apareció originalmente en la Revista Pausa, del Consejo Nacional de Televisión de Chile y luego en la Revista Ventanal, en su edición N° 54 de marzo de 2005, hace casi un lustro, no pierde ni importancia ni vigencia. Los invito a leerla y comentarla.
En lo que a televisión se refiere, estamos frente a una verdadera enciclopedia. Este licenciado en Teología, con múltiples publicaciones entorno a la "caja negra" -entre otras, la reciente -Las expectativas educativas de la audiencia ente la televisión- tiene una visión muy particular acerca del fenómeno televisivo actual. Lo defiende a ultranza. Ello fundamentalmente dado que cree que está en retirada aquello del poder alienante de la TV sucumbido ante la mirada conciliadora de las audiencias capaces de hacer lecturas lúdicas, personalizadas y educativas.
La televisión se ha convertido en uno de los canales de la diversificación del acceso al conocimiento, en tanto ya no es sólo a través del libro o de la escuela por donde circula el saber. ¿Tiene injerencia en la formación de los nuevos ciudadanos?
La televisión tiene una manera de contactarse con nosotros que está más relacionada con lo lúdico que con la información tal como la procesamos en un libro o en una clase, que es más abstracta y generalizada. Lo típico de estos códigos lúdicos y de entretención es lo particular de la experiencia. Se produce conocimiento, pero a través de la identificación. Hay múltiples ejemplos en la ficción televisiva en la que nos identificamos con una víctima o con un héroe. A través de esta experiencia yo ensancho mi vida, pero no por la vía conceptual de la filosofía sino por medio de la comprensión de cómo otra persona, distinta a mí, resuelve algunas cosas. Entonces la relación con la televisión es mucho más personalizada.
¿Tiene conciencia la televisión de sus potencialidades en la esfera de la Educación?
Creo que desconocemos y por lo mismo no valoramos suficientemente ciertos géneros televisivos que pueden ser extraordinariamente útiles para ampliar conocimiento por una vía más lúdica y personalizada.
¿No será un poco peligroso que la gente solucione los problemas de la misma manera en que se resuelven en la televisión, con tanto estereotipo?
Indudablemente que estas formas de comunicación suscitan mucho temor. Se dice que cuando nació la novela en el siglo XVII, en Europa, era considerada un camino hacia la locura. Sin ir más lejos, el primer capítulo del Quijote es eso. El hombre que leía tantos libros sobre caballería, al final termina creyendo que es un caballero y enloquece. Entonces, ese temor al ensanchamiento, ese temor a mirar series ficcionales que, de alguna manera tocan y hacen mirar las cosas de otra manera, no es algo nuevo.
Pero ¿por qué este temor en el mundo de hoy tan "ancho y ajeno"? Yo diría que los elementos de respuesta a este temor tienen que ver con la visión errónea acerca de la relación entre un mensaje y su receptor: se cree que es lineal, que el receptor está desprotegido y no inmerso en una sitiuación cultural. Uno de los antecedentes más sólidos en los estudios de recepción señala que esas conversaciones que se dan de manera tal que los elementos culturales, religiosos, éticos y valóricos, entran en confrontación con lo que pasa en la pantalla. Entonces no existe esa relación puntual, determinista y lineal, sino más bien una esfera en la que se produce mucha discusión, debate y crítica atmbién. La gente sí tiene cultura televisiva. En 50 años ha aprendido a ver, a desconfiar, a sospechar. Esto no se constituye en una amenaza como se pensaba hace algunos años.
Como puede apreciarse de la lectura de esta breve entrevista, la postura del profesor Valerio Fuenzalida, lejos de sumarse a las críticas que suelen hacerse a la televisión, nos invita a buscar y promover su lado educativo a partir de las múltiples experiencias ficcionales que propone que, bien analizadas y guiadas, pueden ser un atractivo vehículo de conocimiento para nuestros niños y jóvenes. Interesante punto de vista.
prof. Benedicto González Vargas
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