Hace algunos días atrás, el pasado 24 de abril, apareció en la
sección de Cartas al Director del Diario El Mercurio, una misiva
titulada Un paso atrás en Educación, que por su interés paso a compartir
in extenso con ustedes.
“Señor Director:
El proyecto de Carrera Docente elimina el artículo 46 G de la
actual Ley General de Educación, que permite que profesionales de
cualquier disciplina puedan hacer clases en colegios municipales. Se
trata, sin duda, de un paso atrás en el objetivo de elevar la calidad de
la formación escolar. Más aún, se prevé que las mayores exigencias
sobre las carreras de pedagogía bajen por un buen tiempo el número de
alumnos y egresados, por lo cual contar con el apoyo de otros
profesionales es un imperativo.
La tesis de que la vocación docente solo se encuentra en las
carreras de pedagogía ha sido superada por la evidencia en Chile y en el
extranjero. Se comprueba que un sistema riguroso de selección, que
convoca a jóvenes con habilidades innatas para enseñar, aun cuando no
hayan cursado dicha carrera, es un camino fecundo para ampliar la base
de profesionales de la educación.
En nuestro país, el programa Enseña Chile se
ha transformado en una exitosa alternativa al modelo tradicional. Desde
el 2009 selecciona a graduados universitarios con vocación de servicio,
conocimientos sólidos en sus respectivas disciplinas y liderazgo
educativo. Se les capacita mediante un riguroso Plan de Formación
Inicial y luego con tutores que los acompañan mientras ejercen la
docencia. Enseña Chile cuenta con alrededor de 500 profesores, en
ejercicio o egresados del programa, seleccionados entre nueve mil
postulantes, con una cobertura de formación que ha llegado a treinta mil
escolares, distribuidos en seis regiones y en colegios con altos
índices de vulnerabilidad social. Los docentes de Enseña Chile exhiben
un alto desempeño en la prueba Inicia sobre conocimientos pedagógicos y
comunicación escrita y en las mediciones de impacto sobre la autoestima y
las habilidades socioemocionales de los alumnos a su cargo, señales
elocuentes de que añaden valor a la docencia.
El proyecto de Carrera Docente está bien encaminado al poner
hincapié en un conjunto de incentivos para atraer mejores alumnos a las
carreras de ileactuar con pragmatismo y enfrentar las defensas
corporativas del Colegio de Profesores que pretende frenar la
participación leal de profesionales de otras áreas, cuyas probadas
competencias y vocación docente permiten tomar atajos para cerrar las
brechas de la mala calidad de la educación pública. Cabe esperar que en
la discusión en el Congreso se mantenga la norma actual e incluso se
perfeccione para que programas como “Enseña Chile” puedan acelerar su
crecimiento. En Chile, nuestros niños no pueden esperar.
Carlos Williamson B.
Profesor titular
Universidad Católica de Chile”
Profesor titular
Universidad Católica de Chile”
Hasta acá esta interesante opinión que, a partir de mi experiencia y conocimiento del programa Enseña Chile, apoyo en su totalidad. Las áreas temáticas involucradas en el ejercicio pedagógico son tantas que el abanico incluye desde las ciencias exactas, como la Matemática y la Física, hasta las disciplinas humanistas como la Filosofía y la Literatura. Abarcan desde las Artes (plásticas, escénicas, musicales), hasta la cultura deportiva, en lo que a transmisión de contenidos se refiere y desde la Psicología hasta la Didáctica, en la forma de entregar dichos contenidos. Que quiero decir con esto, que el profesor ha de ser la primera persona en percatarse y tomar conciencia que en su formación hay múltiples campos del conocimiento y que, por lo tanto, desde esos múltiples campos pueden llegar también profesionales con vocación y habilidades para ejercer la Docencia. Cerrarse a ello es una postura absurda, incoherente y autosuficiente.
Por otra parte, el trabajo eficiente de los colegas que han llegado a
la docencia gracias a Enseña Chile, sus resultados académicos y, sobre
todo, la inmejorable opinión que han dejado entre sus colegas (aquellos
que no están cegados por corporativismos nefastos), apoderados y
estudiantes, permite calibrar que dicho impacto no solo tiene que ver
con su adecuada preparación académica en el área que enseñan, sino que
también con una vocación docente que, si bien no afloró a la hora
–juvenil– de elegir la carrera para estudiar en al universidad, pero sí
se desarrolló con la experiencia posterior y sobre todo con el
compromiso social que después de algunos años de exigente estudio
académico se fue formando.
Aún más, creo que el Estado debe ser mucho más proactivo y osado a la
hora de evaluar los aportes de un programa como Enseña Chile y no solo
mantener la oportunidad de que siga aportando a nuestra educación
pública, sino que considerar seriamente que tras algunos años de
docencia, tras someterse a evaluaciones como las pruebas Inicia y de
evaluación docente, tras recibir buenos informes de sus tutores y
docentes directivos y, por qué no, algunas certificaciones académicas
compatibles en horario con el trabajo, puedan recibir de manos del
Estado de Chile el título de profesores que se han ganado con su aporte,
excelencia y esfuerzo. Prefiero mil veces a un profesor con estas dotes
de excelencia que a algunos colegas (y he escuchado a muchos) cansados
de la docencia o que reconocen haber postulado a ella, por su bajo
puntaje o la menor exigencia académica de la universidad elegida o,
incluso, que se titularon con otras apenas suficientes para aprobar las
asignaturas universitarias. Es evidente que mi postura no es
políticamente correcta, pero a 20 años de estar ejerciendo la docencia y
de haber conocido múltiples realidades educativas, ya no estoy para
amparar mediocridades o vernos la suerte entre gitanos.
¿Y Uds., qué opinan?
prof. Benedicto González Vargas
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