En mi vida he
leído muchos libros, miles diría yo, y desde hace algunos años, incluso, he
empezado a comentar las lecturas que hago. Dichos comentarios los voy publicando en este
blog y los replico en el club de lectura, pero este ejercicio lo llevo desarrollando
pocos años y hay muchos libros que leí que no he comentado. Sin embargo, este
artículo intenta, más bien, ser una invitación para reencantarte con la
lectura, con el placer oculto de ir desentrañando historias que otros han
imaginado y que comparten con nosotros
Los libros son
entidades de gran paciencia, esperan años, decenas de años que nos decidamos a
leerlos y siempre guardan con frescura su contenido. Al fin y al cabo, todos
quienes nos hemos familiarizado con los libros, sabemos que algunos han
cambiado nuestras vidas o son definitivamente inolvidables.
Por esa razón
me cuesta entender a aquellos que dicen no tener tiempo para leer o que
reemplazan el inefable mundo de la lectura con la vida audiovisual, interactiva
y digital que nos ofrece internet, la que por cierto también me interesa y que
no me parece para nada excluyente de la lectura.
Es que la
lectura nos entrega no solo el placer estético cuando se trata de ficción, sino
que también conocimientos e ideas que pueden influir poderosamente en nuestra
formación personal y profesional. La lectura puede ser un agente de cambio, al
ser parte fundamental de los procesos educativos.
En cuanto a la
lectura de ficción, esa que llamamos literatura, propiamente tal, puedo decir
que libera nuestra creatividad al proyectar en nuestro cerebro imágenes de
aquello que vamos leyendo, imágenes que dan cuenta del mundo narrado, pero que
nunca es igual para todos. Con mis estudiantes suelo hacer un ejercicio de
lectura y luego les pido una maqueta del texto leído y en cada estudiante hay
un trabajo distinto y todos son perfectos, ninguno igual. Es la magia de la
lectura. Es un acicate importante para el desarrollo de la imaginación y, ya
sabemos, lo importante que es ésta para el desarrollo de las personas.
Actualmente,
sumergidos en una rutina llena ocupaciones e inquietudes, pareciera ser que la
lectura va quedando cada vez más muy atrás en la lista de prioridades humanas.
Creo que para reencantar a las personas con la lectura, hay que crear un
espacio inicial y generar la necesidad de un compromiso que posibilite la
práctica de la lectura como una actividad persistente y desarrollada en
conciencia.
Para lograrlo,
es necesario que la persona que desea volver a retomar el hábito de la lectura,
decida en qué momento del día va a leer y de esa manera pueda generar el tiempo
necesario para hacerlo. Retomar el hábito de la lectura cotidiana es una acción
que no toma un día solamente, sino que semanas. Al analizar nuestras
actividades diarias, siempre es posible reconocer si de veras le dimos el tiempo
previsto a nuestra lectura.
Al principio
de este esfuerzo por reencantarse con la lectura, es necesario elegir textos al
alcance de nuestras habilidades, nada demasiado complejo y con una temática que
nos resulte cómoda y comprensible (si no te gustan las historias con demasiado
detalle, por ejemplo, una obra de género policial no sería recomendable). Ten siempre en cuenta que leer es un acto
especial, un rito, algo que requiere seriedad, dedicación y apertura mental
para sorprenderse.
En serio,
vuelve a leer, es maravilloso.
prof. Benedicto
González Vargas
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