He encontrado en la última edición del Boletín de Liderazgo escolar de la Pontificia Universidad Católica de Chile, un interesante artículo referido al liderazgo distribuido. El texto, se refiere a la investigación y reflexión de Alma Harris, de la Universidad de Bath y John de Flaminis, de la Universidad de Pensilvania, quien pronto visitará nuestro país para referirse al concepto de Liderazgo distribuido.
En dicho texto, puede leerse que hace una década el enfoque de liderazgo distribuido fue toda una novedad en el campo de la administración educacional y causó gran controversia y debate; diez años después, el concepto sigue vigente y con gran influencia.
Uno de los elementos centrales de este tipo de liderazgo, es el énfasis en entenderlo como práctica antes que como rol o responsabilidad. Además, el liderazgo distribuido pone énfasis en las interacciones más que en las acciones y por último, supone que el liderazgo no está simplemente restringido a aquellos con roles formales dentro de las organizaciones educativas, sino que la influencia del liderazgo debe permear todos los estamentos.
Sin embargo, como cualquier otro enfoque de liderazgo, el distribuido no ha escapado a errores o malentendidos en su comprensión. Se ha detectado, por ejemplo, que en algunas unidades educativas se ha visto cómo algunas autoridades escolares lo han utilizado con propósitos más bien destructivos. Dice el texto de la PUC: "La evidencia muestra que el liderazgo distribuido puede ser una fuerza que lleva al cambio organizacional positivo, solo bajo las condiciones correctas. Por otro lado, la evidencia también muestra que distintos patrones de distribución del liderazgo pueden llevar a distintos logros y resultados. En ese sentido, depende de cómo es compartido, recibido y puesto en práctica.
Otros dos problemas identificados por los autores son los siguientes: en primer lugar, entender el liderazgo distribuido como que todos lideran en la escuela: distribuir el liderazgo implica que aquellos más capacitados para liderar lo hagan, con el fin de satisfacer una necesidad de la organización o de alcanzar un objetivo. Esto no significa que todos son o deben ser líderes. Un segundo error común es creer que existe un modelo en particular a seguir, tal como si existiera una guía o camino específico: si bien existen principios, modelos y estrategias que parecen funcionar de forma efectiva, las prescripciones estandarizadas deberían ser evitadas a todo costo".
Con todo lo anterior, habrá que esperar la visita de John de Flaminis, para tener la oportunidad de saber respecto de sus investigaciones, los pilotos que se han llevado a cabo en Filadelfia, por ejemplo, y a su postura respecto de los críticos del modelo.
prof. Benedicto González Vargas
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