Jorge Alís en el Festival de Viña del Mar, en medio de su
divertida rutina humorística tocó el tema de los whatsapp de curso. Allí
caricaturizó de muy buena manera lo que ocurre con este medio de comunicación
cuando no se usa adecuadamente.
Lo primero que tenemos que tener presente es que la
tecnología ha llegado para quedarse y, junto con ello, que se trata de formas
neutrales, cuya calificación positiva o negativa la da nuestro uso. Somos
nosotros quienes podemos y debemos hacer la diferencia entre un uso adecuado de
las tecnologías digitales y uno que no lo sea. Mayor es la responsabilidad si
somos padres o profesores, porque nos constituimos en los ejemplos más cercanos
de los niños y jóvenes.
He visto y escuchado a muchos apoderados quejarse amargamente que
los niños pasan pegados al celular (que ellos mismos les regalaron) sin querer
hacer otra cosa; que son víctimas de acoso o agresiones a través de las redes
sociales o que el gasto en planes o recargas es excesivo. Todo eso es cierto y
debemos como docentes colaborar con ellos haciendo que los niños y jóvenes
tomen conciencia, sin embargo, cómo enseñamos a los padres un buen uso de las
tecnologías.
Desde hace poco más de un lustro se ha instalado la
costumbre del whatsapp de curso y ahí es donde yo pregunto si los adultos
tienen conciencia de ser el ejemplo que corresponde a su responsabilidad. He
visto apoderados y padres escribiendo todo el día en dicho medio comunicativo,
he visto hablar mal de niños, otros apoderados y de los profesores . He visto
cómo una herramienta que es formidable para agilizar los acuerdos respecto de
temas relevantes, se convierte en un medio que no solo no aporta a la formación
de nuestros hijos, sino que, muy por el contrario, daña.
Me he enterado que en distintos colegios y en otros donde yo
mismo he sido testigo, se ha utilizado el whatsapp de curso para inferir graves
ofensas (injurias incluidas) a los docentes. Vi a una colega de tercero básico
dejar sobre el escritorio su celular, mientras lloraba con absoluta impotencia
ante tanta agresión que recibía por razones absolutamente ajenas a su control y
conocimiento y de parte de padres que no destinaban la misma cantidad de tiempo
ni para ayudar a sus hijos en sus
deberes ni para conocer personalmente el avance escolar en el colegio. He visto
apoderados insultar a niños con referencias e insinuaciones agresivas y
groseras respecto de sus madres y en una ocasión sorprendí a otra, estacionada
a la entrada del colegio, resolviendo ejercicios de Inglés de su hijo que
estaba en la sala de clases.
En ninguno de esos casos conseguí que las personas asumieran
su error o reconocieran el mal uso y mal ejemplo. “Es que Ud. no conoce a la
profe, no es como aparenta”, me dijo el que dejó llorando a la colega. “Yo solo
dije que esa señora no llega nunca a la casa y por eso el niño es así de
desordenado”, me respondió aquella que ofendió a la madre de un alumno con
quien su hijo tuvo un problema. Y la joyita de “mi hijo será un gran
futbolista, mientras Ud. seguirá dando clases por poco dinero, nos interesa que
pase de curso y los profesores no lo ayudan”. Me dijo aquella a quien le toqué
el vidrio en el estacionamiento una vez que detectamos lo que hacía al resolver
los ejercicios de Inglés…y cuando le dije que el club donde jugaba de cadete “no le va a dar la licencia de educación media”,
ella me replicó “somos nosotros quienes decidimos sobre el futuro de nuestros
hijos, no Ud.”
Así las cosas, el whatsapp en general y whatsapp del curso
en particular, se han convertido en un problema, más que en una ayuda.
Por eso, permítanme la impertinencia de anotar cinco cosas
que creo que nunca debieran hacer con el whatsapp del curso:
1. Ser la agenda electrónica de los hijos. Tratar de
controlar trabajos y tareas usando el whatsapp del curso para informarse de
responsabilidades individuales y obtener
sin esfuerzo respuestas a trabajos o tareas, quita autonomía y no
refuerza la responsabilidad de los educandos.
2. Evaluar públicamente y sin conocimiento de los objetivos
pedagógicos, las evaluaciones, instrumentos de evaluación o clases del docente
que trabajo con su hijo. La típica expresión “mi hijo contestó más que el otro
que contestó menos y tiene mejor nota”, es más recurrente de lo que se piensa y
a menudo sin base, ni siquiera la mínima consideración del distinto puntaje de
las preguntas con mayor o menor dificultad.
3. Usar el chat para criticar sin fundamento o agredir a
otros miembros de la comunidad escolar, especialmente a quienes tienen trato
directo con sus hijos. No informarse adecuadamente
y dar por cierto todo lo que el pupilo dice para justificar sus malos
resultados, solo refuerza la mala actitud del educando ante el estudio.
4. Hacer subgrupos de acuerdo a afinidades que no siempre
son positivas, más bien se trata de grupos opuestos. Esto lleva a la inutilidad
del chat general, donde debieran generarse
acuerdos ante asuntos emergentes , pues no es extraño que se manifiesten
opiniones distintas según sea la audiencia a la que se dirigen.
5. Usar el chat como sustituto de la entrevista personal, de
la comunicación escrita y/o del justificativo por ausencia. Y usarlo a
cualquier hora, incluso cuando el docente está dando su clase.
De seguro que la experiencia personal de cada uno de Uds.,
permitiría ir alargando esta lista en varios puntos más. Los invito a comentar
y complementar este tema.
Prof. Benedicto
González Vargas
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