Leo en el N° 1 de este año en la revista ¡Despertad! un breve e interesante artículo relativo a los valores morales, el mismo, se inicia con la siguiente reflexión de Leonardo Stern, que dice: "La inteligencia, loes estudios o la clase social no impiden que los jóvenes hagan cosas malas" y continúa: "Lo lógico sería que para los padres, lo más importante fuera enseñar a sus hijos lo que está bien y lo que está mal. Pero, en realidad, parece que a muchos les preocupa más que sus hijos obtengan buenas calificaciones y consigan trabajos bien pagados".
No es la primera vez que en este blog tratamos este tema y si lo vuelvo a hacer es porque esta revista me motiva a volver a tocarlo. Como docente, es evidente que considero que los estudios son importantes y fundamentales en la vida de nuestros jóvenes y niños, pero no debemos olvidar que en todo ámbito de cosas, no hay que centrarnos solo en la dimensión práctica de la educación, sino que también y fundamentalmente en las dimensiones crítica y ética, porque estamos formando personas que viven en sociedad y, más aún, desde hace ya unos cuatro lustros, una sociedad completamente globalizada.
Desde ese punto de vista parto reconociendo la inestimable labor que desarrollan los colegios y escuelas confesionales, de cualquier denominación o institución que sean -no hay que ser religioso para reconocer y destacar la enorme labor que desarrollan congregaciones católicas como franciscanos, jesuitas y salesianos, por ejemplo, pero también judíos, adventistas, mormones, masones y antropósofos- siempre ocupados en transmitir valores morales que iluminan la vida institucional. Sin embargo los colegios laicos, la mayoría en el país, no suelen profundizar en el tema, tal vez formalmente mantengan una o dos horas en los horarios escolares semanales, pero en la realidad que he visto de primera fuente en más de una institución, no se hace mucho al respecto porque, al fin y al cabo, son clases sin evaluación o calificación numérica.
Pero no podemos dejar de lado, sobre todo en estos tiempos, que hay que enseñar, con paciencia, tolerancia y persistencia, las cualidades y valores que fomentan la paz, la unidad, la generosidad, la bondad, la amabilidad y el servicio. Solo así formaremos personas integrales y solo con ellas tendremos una verdadera sociedad inclusiva y mucho mejor.
prof. Benedicto González Vargas
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