Por otra parte, es necesario recordar
que se trata de un poeta con más de una veintena de obras publicadas, miembro
de número de la Academia Chilena de la Lengua, profesor universitario de
Literatura de varias generaciones de literatos y profesores, articulista de
diarios y revistas, en fin, una persona plenamente dedicada al oficio de
escribir y de investigar sobre Literatura.
Nos acercamos a él de la única forma
que ha sido posible en estos últimos años, debido a la pandemia: virtualmente.
Después de varios lustros sin encontrarnos, fue un reencuentro agradable y
necesario para mí, que lo leo desde mis veinte años y fui su alumno de
Literatura un tiempo después.
Era inevitable no preguntarle sobre
su obra y esas preguntas más sus respuestas se convirtieron en más que una
conversación, en una entrevista que quiero compartir con ustedes:
Sus afanes son compartidos entre la enseñanza de la literatura, la investigación académica -especialmente la lectura, análisis y publicación de ensayos sobre otros autores) y el ejercicio de la Poesía, ¿Con cuál de estas actividades se identifica más?
Todas las actividades desarrolladas por mí poseen sentido, aunque por supuesto a cada una la distinguen caracteres específicos. La escritura de poemas es, en mi caso, el más íntimo, el más personal, quizás el más amplio en los tiempos.
¿Quién nutre a quién? ¿El
poeta al profesor de literatura o éste último al poeta?
A propósito de
la educación, ¿Qué sentido tiene
para Juan Antonio Massone enseñar literatura, especialmente
poesía, en este siglo XXI tan agitado, convulsionado y tan lejano al silencio,
la meditación y la introspección tan necesarias para encontrar la esencia de
la poesía?
La lengua es el elemento aglutinador
de la cultura. El más vivo y dinámico. Existen extranjerismos bienvenidos,
porque no disponemos de los vocablos específicos con los cuales referir algunos
actos, puesto que no somos inventores de tecnología. Otros vocablos representan
un uso equivocado. Respecto del lenguaje inclusivo, existen algunas situaciones
aconsejables de duplicación. Incluso pueden ser muy antiguos los usos: “Señoras
y señores”, “damas y caballeros”, así como los nombres de ejercicios
profesionales o de oficios y otros. Sin embargo, el doblete permanente es
innecesario: ralentiza la comunicación, la torna majadera. En el caso del uso
de la “e”, con el afán de crear un neutro, es mucho más problemático
gramaticalmente. Los usos de vocablos tecnológicos correrán suertes diferentes:
algunos perdurarán; de otros se encargará la lengua de sustituirlos con el
tiempo.
De lo que he leído de su obra -que
sigo desde mis tiempos de estudiante universitario- los grandes temas que
cruzan su poesía son el amor, la espiritualidad, la otredad y el dolor.
¿Cuál es el origen de la recurrencia de estos temas? ¿Hay otros que cree
necesario relevar en estos momentos?
En Chile estamos pasando tiempos difíciles, los diversos y distintos sectores sociales, políticos, económicos, étnicos, etc., parecieran no hacer grandes esfuerzos para escucharse ni para establecer un hogar común. ¿Qué papel debiera cumplir la Literatura, la Poesía en particular, para hacerse cargo de este momentum agitado y convulso? ¿Hay lugar para las Artes en la sociedad que debiera proyectar la nueva Constitución?
Hace algunos años participaba activamente de instituciones como la Sech, el Ateneo, la Agrupación de Amigos del Libro, aparte de la Academia y la universidad, por cierto, ¿en qué está hoy Juan Antonio Massone, en cuanto a su participación activa en instituciones literarias?
Actualmente participo en la Academia Chilena de la Lengua y, circunstancialmente, en actividades de charlas, jurados literarios o entrevistas. Mantengo, desde hace nueve años, una columna semanal (jueves) en “La Prensa”, diario de la Región del Maule.
La Academia de la Lengua aparece como una institución muy elitista y poco conectada con la ciudadanía. ¿Qué haría Massone para vincularla más con la sociedad, especialmente con la juventud?
Es deseable que pudiéremos disponer de mayor cobertura en la prensa y en
los medios. Disponemos de sitio electrónico y varias actividades son subidas a
las redes sociales.
La lectura es un
eje fundamental en su vida. ¿Qué está leyendo ahora? y aprovechando el
momento...¿qué está escribiendo ahora?
Siempre leo varios libros simultáneamente. Obras de mitología y leyendas germánicas y nórdicas han disputado mi atención e interés. Pero no faltan poemarios y narraciones que acuden a la cita.
En estos tiempos de covid, confinamiento, clases y reuniones telemáticas, ¿cómo se ha enfrentado al día a día en que parece que todas las actividades y lugares en que uno las ejerce se han apropiado de los espacios de nuestra casa?
Terminé por acostumbrarme a las clases telemáticas. Las prefiero en cuanto ahorro de tiempo y traslado. No tengo problema alguno si estoy solo. Soy la persona con quien más converso. Y siempre está Él, el gran otro.
¿Sigue siendo Chile un país de poetas o la literatura más comercial, desechable en muchos casos, ha ido borrando esas profundidades poéticas de antaño y convirtiéndolas en superficialidades más emparentadas con lo que hoy se ufana en denominar "versificación urbana"?
¿Quién
es Juan Antonio Massone hoy? Con casi medio siglo de labor
literaria y docente. ¿Ha evolucionado en lo literario, lo personal, lo
espiritual? ¿Más cerca del poeta llamado Dios o del antipoeta Lucifer?
Soy siempre alguien que se parece a
quien soy en lo más insondable, porque estoy conformado por tantos factores:
mis altibajos, mis coherencias y mis resquebrajaduras, entre muchos más.
En el supuesto de ser poeta, jamás
pretendería ser un dios. Soy hombre y, como dice el proverbio, no salto fuera
de mi sombra. Mucho menos, en mi caso, me inclinaría a ser un portavoz de
Lucifer. La palabra poética si aspira a ser veraz en el espíritu, no puede
prestarse a quien es, por esencia, mentiroso, torcido, embaucador y necrófilo.
Complemento mi respuesta con este
poema:
Creo en la Palabra Todopoderosa
Que deposita semillas de cielo en el
polvo,
Suspira de júbilo o silenciosa se
tiende
En la entraña invisible de los
vientos;
Creo en Verbo, misterioso abrazo de
sílabas,
Concebido por obra y gracia del
silencio
Y grávida deja a las almas tornasoles
Sin que le amedrenten desiertos o
cenizas,
Ni el artero vacío del absurdo en
tumulto.
Creo en la Palabra que padece la
espina
Del aire y en cuyo expolio se ensañan
El ruido mercantil y la zozobra del
tiempo;
Creo en los ojos inocentes, en los
dedos
De luces y de brisas, la mirada
crucial
Y la mano que no rehúyen abandono.
Creo en el Espíritu, animador de lo
inerte
Cuando más inesperado: desata nieve
en estío
Y despunta su albor cuando la duda
hiere.
Creo en la santidad peregrina de los
labios,
En el feliz reencuentro de todas las
ausencias,
En el postrer perdón a la mezquina
arrogancia,
En el vigor lustral de agónicos
escombros
Y en la perenne Voz que acoge a todo
nombre.
Amén
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