En los últimos días han aparecido varios artículos
relativos al tema del plagio y en esta tribuna han aparecido dos: El caso de Fernando Ubiergo. y el de
la telenovela de Chilevisión. Por
otra parte, en su propio blog, José Joaquín
Brunner también lo aborda desde la perspectiva del plagio académico.
Fue a
fines de la década de los 70 cuando el comediante chileno Fernando Alarcón
popularizó en las pantallas de Televisión Nacional de Chile a su personaje
Pepito TV, una suerte de cruza genotelevisiva entre Mario Kreutzberger y
Enrique Maluenda y, de seguro, inspiradora de los posteriores Luciano Bello y
Charly Badulaque. Lo de Guatón Copión, sin embargo, ha quedado como una
expresión conocida que suele oírse cada vez que se habla del nunca bien
ponderado plagio o copia, Lo de Ubiergo es evidente y está claro que fue una
avivada de los españoles, pero en esto de la música los plagios abundan. Si
hasta el propio Paul McCartney no ha logrado nunca explicar satisfactoriamente
las coincidencias entre su famosísimo yesterday y una canzonetta italiana de
autor desconocido. Michael Jakson también tuvo que explicar por qué sus temas
Wana Be Starting Smething y Will you be there se parecen tanto a los temas del
desconocido africano Manu Dibango y del famosísimo italiano Albano,
respectivamente, aunque, en el caso del ex rey del pop, Jakson tuvo que pagar
porque perdió ambos juicios.
En literatura los plagios han sido abundantes y
suelen ser muy sabrosos para quienes gustan de los libros y el cotilleo
literario. No hay que ir muy lejos para recordar los notables plagios de dos de
nuestros poetas laureados: Pablo Neruda, quien plagió a Rabrindranath Tagore y
Raúl Zurita, quien no tuvo pudores con Bob Dylan. En efecto, en el Poema 16 de
sus 20 Poemas de Amor y una Canción desesperada, Neruda escribe: "En mi
cielo al crepúsculo eres como una nube y tu color y forma son como yo los
quiero, eres mía, eres mía, mujer de labios dulces y viven en tu vida mis
infinitos sueños" Tagore, había dicho en su Poema 30: "Tú eres la
nube del crepúsculo que flota en el cielo de mis sueños, te dibujo según los
anhelos de mi amor, eres mía, mía y habitas en mis sueños infinitos" El
caso fue denunciado por su archienemigo Pablo de Rokha y Neruda, para salvar su
honor, agregó a partir de la tercera edición de su libro una nota en que
reconoce que su poema parafrasea al de Tagore.
Más recientemente José Christian
Páez acusó a Raúl Zurita de haber plagiado en su obra Purgatorio un poema de
Bob Dylan, las versiones son las siguientes: Escribió Zurita: "Podría
ayudarme -le dije- tengo unos amigos afuera, márchate de aquí -me contestó-
antes de que te eche a patadas, vamos -le observé- Ud. sabe que también
rechazaron a Jesús. Tú no eres Él -me respondió- ándate o te rompo la crisma.
Yo no soy tu padre" y ya había dicho el talentoso Dylan: "Dije:
¿Podrías ayudarme?, tengos unos amigos afuera. El hombre dijo: Sal de acá o te
haré pedazos. Dije: Sabes, también rechazaron a Jesús. Él dijo: tú no eres Él,
vete antes de que te rompa los huesos. No soy tu papá." Y más
recientemente la actual esposa de Zurita, la chilena Paulina Wendt fue acusada
de plagiar un cuento del argentino Ricardo Piglia en un trabajo con el que,
nada más y nada menos, había obtenido el primer premio en el Concurso de
Cuentos de Revista Paula. Después de un análisis acabado, el Jurado la despojó
del premio.
Plagios famosos, en todo caso, hay varios, Nancy Strouffer acusa a
Joan Rowling de haberle plagiado su famosísimo Harry Potter, ya que ella había
creado un personaje llamado Larry Potter, con muchos amigos magos y había
publicado el libro llamado La leyenda de Rah y los muggles. Dan
Brown también ha tenido que dar explicaciones por su Código da Vinci, Lewis
Perdue asegura que todo ya estaba dicho en su libro El Legado de Da
Vinci, publicado en 1983 y en otras novelas suyas. En Argentina, según nos
cuenta María Luján Picabea en un artículo publicado por Ñ en agosto de 2006, un
tal Jorge Zicolillo ha sido descubierto un par de veces en grandes plagios
atribuyéndose textos que no son suyos y que publica en diarios o, a veces, en
libros de su supuesta autoría. En todo caso no me imagino una plancha peor que
la que sufrió el connotado historiador argentino Felipe Pigna quien recibió un
mail que decía: ?Hola, yo soy la autora de algunas páginas de tu libro?, a
partir de las siguientes ediciones el estudioso le dio el crédito de los textos
a la periodista Amanda Paltrinieri y afirmó, compungido, que todo se debió a
una "omisión involuntaria de citación".
En todo caso, vivimos en tiempos tan
modernos que la copia se facilita cada vez más. Podemos copiar y recopiar
gracias a la tecnología digital y acá en Chile somos super expertos para copiar
y lucrar con las ideas ajenas. Un notable articulo que he leído hace poco sobre
este tema es "La insoportable levedad del plagio" del argentino Marcos Mayer (a
quien le he copiado, pero poquito, en este texto) quien cita a Alex Mendibyl
quien dice: "Vivimos en una cultura que se copia continuamente a sí misma y en
cambio prohíbe a los artistas que hagan versiones que otorguen un nuevo
significado a los íconos culturales" y concluye con agudeza que la ley busca
fallar con armas viejas una realidad que vive conflictos nuevos. Lo que no deja
de ser razonable. Sin embargo, es aquí donde podemos trazar la línea divisoria
entre otorgar nuevos significados a íconos culturales como lo hace Nicanor
Parra con Padre
Nuestro . y una copia tan vulgar -y nuca asumida- como la denunciada por
José Christian Páez en la década del 90.
Lo importante aquí es hacer notar,
sobre todo, a nuestros jóvenes estudiantes, lo verdaderamente relevante de
reconocer el esfuerzo intelectual ajeno. Somos muchos los profesores que
recibimos trabajos íntegramente copiados y pegados o bajados del Rincón del
Vago con sólo el cambio del nombre del autor, pero lo más grave no es la falta
de esfuerzo en sí mismo involucrada en este asunto, sino la falta ética de
apropiarse de lo ajeno y hacerlo pasar como propio. Vale decir, atribuirse como
propio aquello que en buena ley no se posee.
Hoy, la tecnología nos da muchas
oportunidades, por eso debemos estar más atentos que nunca para enseñar a
diferenciar una buena cita, a reconocer una influencia, a valorar una
interxtextualidad de la mera y vulgar copia. Habrá que ser, en todo caso, menos
punitivos porque en nuestro Chilito, que es, como dice nuestro himno, la "Copia
Feliz del Edén", todos llevamos un Guatón Copión dentro...
prof. Benedicto
González Vargas
publicado originalmente el 15 de febrero de 2007
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