"Gracia
y el Forastero es una novela hermosa; admirablemente bien escrita y, a todas
pruebas, fácil de leer" Así la describió el crítico
Luis Domínguez en mayo de 1965, a poco de aparecer en las librerías.
Estoy de acuerdo. Guillermo
Blanco creó una hermosa y trágica historia de amor adolescente, en donde las
rigideces de la sociedad, los prejuicios de clase, el autoritarismo paterno y
la incomprensión de los mayores respecto de las ideas, sentimientos y conductas
de los jóvenes llevan a una pareja a vivir un amor sin límites de trágico
desenlace. Desde el principio la crítica acompañó entusiastamente a esta novela
y una de las rarezas que destacó fue lo desdibujado de la época y lugar en que
está ambientada. A la distancia de más de 40 años, parece un acierto. Los
jóvenes del 65 bien pudieron imaginarla ambientada en su época, pero los
actuales jóvenes que se aproximan a ella (es un libro recurrente en la
Enseñanza Media chilena), aún hoy pueden verse identificados con varias
situaciones de los protagonistas o reconocer en el resto de los personajes
características demasiado vigentes en nuestra sociedad. ¿Qué joven no se ha
enamorado, aunque sea a escondidas, en los meses estivales en un pueblo
costero? ¿Quién no conoce alguna historia en que el padre de la niña se oponga
a una relación?
Qué duda cabe, son los
mismos materiales con que se construyeron los cuentos de hadas, por una parte,
y las novelas de Corín Tellado, por otra. Sin embargo, Guillermo Blanco supo
crear una atmósfera nueva, un aire distinto, una novela especial y única, plenamente
vigente a casi nueve lustros de haber salido de las prensas. Cómo choca la
realidad brutal en esta obra, con los ingenuos ideales del padre de Gabriel,
con la prejuiciosa y autoritaria conciencia del general, con el bien
intencionado, pero inútil equilibrio del sacerdote, que trata de conciliar lo
inconciliable y que nunca logra dar con sus consejos la altura de las
circunstancias.
Bella historia que invito a
leer o a releer, según sea el caso y a enfrentar con nuestras propias
búsquedas, desencuentros, emociones y prejuicios.
prof. Benedicto González
Vargas
Es un relato hermoso, creo que todos los que hemos amado (y amaremos en el futuro) nos conmovimos con ese afecto imperecedero que surgió entre Gracia y Gabriel
ResponderEliminarEfectivamente, Fernanda, un bello relato, una de las novelas de amor, más lindas y recordadas de nuestra literatura. Gracias por tu comentario.
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