jueves, 11 de febrero de 2010

El futuro de la educación municipal

El día de ayer, el Presidente electo, Sebastián Piñera Echeñique, presentó el gabinete que lo acompañará en el gobierno que encabezará a partir del 10 de marzo. Entre las novedades e intereses de dicha presentación, estaba confirmar lo que ya era un secreto a voces, que el ex alcalde de Las Condes y Santiago y ex candidato presidencial en dos ocasiones, Joaquín Lavín Infante, asumiría como Ministro de Educación. Una cartera difícil, llena de conflictos, interses y visiones opuestas de lo que hay que hacer. En medio de los comentarios respecto de la expertise de Lavín para el cargo y las evidencias de su experiencia en el área de educación (exitoso traspaso de la administración de colegios a docentes en Las Condes, exitosa gestión en la Universidad del Desarrollo e irrelevante gestión -para algunos muy mala- con los colegios y escuelas muncipales de Santiago), me encuentro con este interesante artículo de la ex ministra de Educación, Sra. Mariana Aylwin Oyarzún en el Diario la Tercera de hoy que, con particular agudeza, analiza el actual momento de nuestra educación pública. Los invito a leerlo y comentarlo:  


El futuro de la educación municipal  

Este año por primera vez la educación privada subvencionada atenderá a más de la mitad de los estudiantes chilenos, superando en más de un 10 % a los colegios municipales. Se consolida así la tendencia de que los padres de familia prefieren educar a sus hijos en un colegio particular, aun a costa de enormes sacrificios, como desplazarlos a grandes distancias, pagar una mensualidad y pagar, además, transporte escolar. Se trata, simplemente, de que la gente hace lo posible por buscar lo mejor. Las razones se hicieron más evidentes luego de un año marcado por las interrupciones de clases en los colegios municipales, debido a las huelgas de los profesores. Ni los recursos para mejorar la gestión ni la subvención preferencial han logrado revertir el deterioro creciente de la educación municipal durante los últimos años. En este contextro, es evidente que una de las principales tareas del nuevo gobierno, además de implementar la nueva institucionalidad que establece la Ley General de Educación, será abordar la situación de la educación pública. 

Es cierto que el gran desafío de la educación chilena es mejorar la calidad, más allá de quien la provea. Pero también será necesario definir una política respecto de lo que se espera de la educación pública. El problema es de gran complejidad, porque se entra a un terreno minado por los ideologismos y los intereses corporativos. De allí que no basta con cambiar el Estatuto Docente y entregar mayor autonomía y atribuciones a las escuelas, como parecieran creer algunos. No sólo no es suficiente, sino también será muy difícil de lograr sin una compensación de tal magnitud que consiga dejar conforme al gremio docente. 

Por otra parte, tampoco bastará con duplicar la subvención escolar como se ha planteado. Hay problemas estructurales que deben ser asumidos, como el tamaño de los establecimientos, en un sistema basado en un subsidio por alumno (el 67% de las escuelas municipales tienen un promedio de 65 alumnos); las escasas competencias técnicas para una gestión que trascienda los intereses políticos de corto plazo del periodo de un alcalde y, también, la debilidad de la formación docente con la consecuente dificultad para que los mejores docentes lleguen a los lugares más pobres. 

El Presidente electo, Sebastián Piñera, anunció como candidato que haría una "revolución copernicana" en el ámbito de la educación. Pero no se sabe mucho en qué consistirá esa transformación, porque sus anuncios de campaña no fueron muy distintos de lo que se está haciendo. En el caso del debate sobre la educación pública, su gobierno partirá, además, con la sospecha de que allí están quienes quieren hacerla morir, en beneficio de la educación privada. Ese prejuicio predomina en amplios sectores del gremio docente y del mundo político representado en el Congreso. Por eso la tarea de su ministro de Educación, Joaquín Lavín, será especialmente difícil y delicada. Para tener éxito, deberá ser capaz de crear un clima que revierta esas desconfianzas y haga posible los acuerdos que son necesarios para avanzar en esa materia. 

En Educación es especialmente necesaria una política que busque acuerdos, pues, hasta ahora, el país está entrampado en visiones ideológicas contrapuestas que están frenando cualquier avance. Por lo mismo, se trata de una tarea que trasciende, por lejos, a un gobierno y que requiere de la buena voluntad y cooperación de todos. Nadie, desde el lugar en que esté, puede negarse a esa disposición, por el bien de Chile.  

Mariana Aylwin Oyarzún 
Directora de la Corporación Aprender 
Ex Ministra de Educación

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