Es, probablemente, la novela infantil más famosa del mundo, posee innumerables versiones para cine, teatro, radioteatro, historieta, etc., y cada una de esas formas artísticas con muchas versiones también.
Para un lector tradicional y desprevenido a la vez, esta obra puede
parecer un monumento a la violencia y al mal gusto. Las exageradas
reacciones de Alex y sus seguidores, el abuso de sustancias ilegales, la
apología a la violencia sin que exista razón alguna que la explique (ya
que, en mi opinión, la violencia puede tener explicación, aunque no
justificación), el ataque sexual a niñas pequeñas, la manipulación de
los beneficios carcelarios, por parte del protagonista, los métodos de
reeducación del Estado a los delincuentes, en fin, una gran cantidad de
elementos de esta novela, la convierten en una obra poca agradable para
la mayoría, pero que no alanzan a penetran en el relato profundamente
humano, desolador, crítico y, al final, esperanzador que el autor oculta
tras una apariencia de violencia insufrible. 
Cuando releí Demian y luego escribí el comentario a dicho libro,
dije que lo había hecho en preparación de enfrentarme nuevamente con la
profunda y compleja novela que es El lobo estepario. Clásico dentro de
los clásicos de la literatura universal, El lobo estepario no es una
lectura fácil para la mayoría de las personas. Muchos abandonan el
intento de penetrar en sus páginas (ni siquiera digamos en sus ideas),
porque el libro se cierra a quienes o estén dispuestos a dejar por un
tiempo sus convicciones sociales, espirituales, políticas, incluso, y
abrir la mirada hacia una realidad que permanece oculta tras las
apariencias que todos hemos construido con tanto afecto y cuidado. El
lobo estepario nos confronta a nosotros mismos, como si la obra fuera el
espejo que en el teatro mágico refleja una y mil veces las distorsiones
del propio protagonista.
Cada vez que converso con mis estudiantes respecto de la necesidad
que comprendan que hay asignaturas que no deben desechar a priori por
sentirse menos capacitados o menos inclinados a ellas, les menciono
tres: Matemáticas, Lenguaje e Inglés. La mayoría de mis estudiantes
siente poca inclinación hacia las Matemáticas, consideran que en sus
carreras no les servirá y dedico mucho tiempo a demostrarles lo
importante que son. Para los matemáticos que sienten que la Ingeniería y
otras disciplinas afines son su campo, los desarmo con la evidente
necesidad que todos ellos requieren comprender, preparar y entregar
buenos informes y proyectos. Pero, para todos, siempre hago hincapié en
el aprendizaje del Inglés, porque en este mundo globalizado,
tecnologizado e hipervinculado, cada día más es necesario manejarse a
nivel personal y profesional con el idioma inglés.
Según me entero con sorpresa, en Europa hay verdaderos cementerios de
bicicletas, especialmente en países donde ellas son parte fundamental
del paisaje urbano, como en Francia, Dinamarca u Holanda, por ejemplo.
En nuestro país, las cosas son distintas, una bicicleta nueva nunca
muere, envejecen sus fierros cambiando de dueño y cuando ya no pueden
circular más, sus partes útiles aún sirven de repuestos para otras. Hay
bicicletas circulando por nuestras calles que tienen 70 años y siguen
sirviendo noblemente como el primer día.