Zarpó con la poesía, navegó en el cuento y llegó a puerto con la novela,
donde echó anclas. Es que en la obra de Salvador Reyes los temas y
motivos del mar son exquisitamente recurrentes, en El continente de los hombres solos (ensayo, 1965) dice: "observo a mis compañeros vestidos de azul y galoneados de oro, descubro el signo con que el mar los ha
marcado y me siento solidario con ellos. Comprendo que también para mí la plenitud de la vida no podrá tener jamás otro sabor que el del agua salada, ni otros rostros que los de los temporales, de las calmas, de las solidarias veladas en cubierta contemplando las fantasías de la luna entre las nubes y sobre las olas".
Nació nuestro autor en Tal Tal el 16 de agosto de 1899 en el seno de una modesta, pero muy arraigada familia de la zona (su abuelo fue cósul de Chile en Antofagasta por allá por 1877, cuando todavía era territorio
boliviano y su padre fue quien leyó en Plaza Colón el acta por la cual
nuestro país, pocos años después, tomaba posesión de esas provincias.
Sus primeras incursiones en el mundo de las letras las desarrolló en los
diarios "Los Tiempos", "La Nación", "La Hora" y "Las Últimas Noticias",
además de la Revista "Zig Zag", donde fue destacado articulista. Ya
hacia 1931 funda, junto a otros grandes escritores, la Revista "Letras", colabora también en otras como "Ultra" y "Proa".
En 1939 fue desginado como cónsul en París, luego, en 1946, pasó a Barcelona.
Vuelve a París en 1947, esta vez a la embajada. Posteriormente vendrán
Londres (1950), Haití (1956), Turquía (1959), Grecia (1960) y otra vez
París en 1963. En 1960 fue incorporado a la Academia Chilena de la
Lengua y en 1967 obtuvo el Premio Nacional de Literatura.
Su enorme amor por las cosas del mar lo hacen ser socio destacado del
Círculo Antártico Chileno, Club Naval, Hermandad de la Costa, Liga
Marítima de Chile y Club de Yates.
De su obra, cabe destacar: Tres novelas de la costa (1934), Lo que el tiempo deja (1934), Piel Nocturna (1936), Ruta de sangre (1935), Mónica Sánders (1951), El incendio del astillero (1954), Valparaíso, puerto de nostalgias (1955) y sus poemarios iniciales: Barco ebrio (1923) y Las mareas del sur (1930).
Precísamente de estos últimos, ya que su obra narrativa ha opacado su producción lírica, recordamos algunos versos del poema "Canal de Beagle":
Espada recta, a un mismo tiempo herida,
se mira en ti la Patria frente a frente,
por sobre tu agua transparente y fría.
De una a otra ribera se contempla
tranquilo y silencioso el mismo Chile
¡Igual la sangre, el vegetal, la tierra toda!"
Salvador Reyes, el cantor del mar, falleció en Santiago el 20 de febrero
de 1970. Sus obras, como si fueran, hermosos veleros, siguen surcando
los mares de nuestra literatura, esperando que nosotros las abordemos.
prof. Benedicto González Vargas
Artículo publicado originalmente en el periódico "El Coirón Cordillerano", Puente Alto, 10 de septiembre de 1994.
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