Vivimos en un mundo que, más de lo que uno quisiera o pareciera ser sano, está tan concentrado en trabajar para producir dinero, que se ha ido deshumanizando y con ello la indiferencia y la pérdida de la identidad esencial humana, eso que nos hace distintos. Esta sociedad gris y estructurada muchas veces, incluso, impide una sana y cercana relación entre padres e hijos, donde solo las pesadas responsabilidades parecen ser importantes.
Con este corto de animación los autores buscan hacernos reflexionar respecto del valor de ser uno mismo en medio de la rutina de la sociedad y el poder del amor, en este caso el amor filial y el amor paterno, que es lo único capaz de sintonizar y dar color a la pareja de protagonistas. El niño, no obstante, pese a las reglas del sistema y a la estandarización brutal a la que es sometido, especialmente en la escuela, mantiene intacta su capacidad de sorprenderse con la vida y su enorme e innata creatividad.
Bella historia en que quien no se avergüence de verse identificado en ella, debe estar claro de que no comprendió la historia.
Los invito a verla y comentarla.
prof. Benedicto González Vargas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimado visitante, gracias por detenerte a leer y comentar, en cuanto pueda leeré tu comentario y te responderé.