De más está decir que me encantan las bibliotecas, yo sería feliz trabajando en una de ellas y no digo viviendo en una de ellas, porque cualquiera que haya conocido alguna de las casas donde he vivido sabe que la biblioteca ocupa un lugar especial.
Pero bien, el título de esta peque nota habla de la biblioteca más grande del mundo y esa es la del Congreso de los Estados Unidos, que cuenta a la fecha con unas 165 millones de publicaciones de todo tipo (libros, revistas, diarios, mapas, partituras, fotografías, archivos de audio y vídeo, etc), entre los que destacan más de 60 millones de valiosos manuscritos.
Esta venerable institución, que atesora gran parte de la producción intelectual del mundo, fue fundada en 1800 al interior del edificio parlamentario -el famoso Capitolio, en Washington-, pero actualmente ocupa otros tres inmuebles. Su decreto de fundación lo firmó el presidente John Adams
Se formó originalmente con 3000 volúmenes que se perdieron completamente, junto con el edificio original por los ingleses 1814. Pero un año más tarde, el Congreso compró la biblioteca personal de Thomas Jefferson, que tenía unos 6.500 volúmenes y de ese modo repuso y duplicó la colección perdida.
Esta enorme biblioteca se nutre, como casi en todos los países ocurre, por el depósito legal y donaciones y canjes, aunque su presupuesto para comprar es bastante generoso, en relación con las que existen en nuestra América Latina, por ejemplo.
Actualmente, los autores en español se encuentran agrupados en la Sala Hispánica de Lectura, que es definida como "...el punto de acceso para la investigación relacionada con las regiones geográficas de América Latina, España, Portugal, y el Caribe, así como también sobre otros pueblos históricamente influenciados por la herencia luso-hispánica, como los latinos en los EE.UU., o la herencia portuguesa o española en Africa, Asia y Oceanía".
Para acceder a la página web de esta gran biblioteca, pinche acá
prof. Benedicto González Vargas
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