Al inicio de un nuevo año vale la pena detenerse a imaginar
cómo fue el primer día, aquél que inició la historia del mundo y que está en el
origen de nuestra propia existencia.
Mucho antes que nosotros, hace miles de años, esta misma
inquietud encontró variadas respuestas entre los aborígenes americanos,
creándose una rica literatura oral que, la tradición primero y las crónicas
después, han preservado para nosotros.
En aquellos lejanos días, nuestras viejas -y extraordinarias-
civilizaciones precolombinas nada sabían de la Biblia cristiana, de la
mitología egipcia o grecolatina, de los dioses de oriente ni mucho menos del
big bang. No obstante, lograron intuir el origen del mundo. De ellos, de su
literatura sagrada, de su mitología, hablaremos hoy, en plena era espacial y
cuando un nuevo milenio está recién en su primer lustro.
"Antes que hubiera día en el mundo, los dioses se
juntaron en aquel lugar llamado Teotihuacán...".
Así empieza el mito náhuatl que relata cómo Tecuciztécatl y Nanáhuatl, luego
del periodo ritual de penitencia en los montes, debieron ingresar al fuego;
ambos dioses murieron quemados. Del uno nació la luna; del otro, el sol.
?Quetzalcoatl y Xipetótec dijeron : "Aquí, de esta parte, ha de salir
el sol" y apuntaron al oriente y asomó el sol que era muy colorado y
enceguecía a quienes lo miraban. Al mismo tiempo, también por oriente, salió la
luna. Los dioses sentenciaron: "No está bien que sol y luna alumbren
igualmente, sólo el sol debe tener luz radiante...". Uno de los
dioses, entonces, lanzó un conejo al rostro de la luna y éste se oscureció.
Luego fue necesario que el viento soplara fuerte para que ambos astros se
empezaran a mover y separaran sus caminos. Ese es el primer día del mundo para
nuestros padres aztecas.
"Aún no había hombres, ni animales, ni pájaros, ni
peces (...), sólo existía el cielo. Aún no estaba visible la superficie de la
Tierra; sólo existía el mar y el cielo. No había cosas en orden...". Tepen Gucumatz, padre y madre de todo lo creado -ser divino que
encierra en sí tres manifestaciones- empezó a retirar el agua que cubría la
superficie de la Tierra, luego sembró vegetales. Se formaron después los montes
y tras ellos, creó los animales. Entonces formó hombres de barro, después de
madera, pero no le gustaron al Creador y formó hombres de maíz: "Balam
Quitzé fue la primera gente; la segunda, Balam Acab". Así fue el
primer día de nuestros padres mayas.
El sol y la luna sólo se habían visto de reojo, pero el Dios
Que Ordenó Todo, les dio licencia para encontrarse y se enamoraron. De su amor
nació Inca y Mama Cocha. Bajaron a la Tierra y el Imperio comenzó. Así lo
contaban nuestros padres incas.
El espíritu más poderoso aplastó a los menores que se habían
rebelado y los convirtió en montañas; a los arrepentidos, en estrellas. Luego
envió a su hijo Lituche a la Tierra, pero lo lanzó con tanta fuerza que se
golpeó en el suelo. Su madre abrió una ventana en el cielo para mirarlo, ella
es kuyén, la luna. Al tiempo, Lituche se sintió solo y pidió compañía, el buen
Nguenechén dejó caer con gran delicadeza a Domo, la mujer, por donde ella
pasaba la tierra florecía y daba frutos. Allí empezó todo, se enamoraron y el
mundo fue más bello. Así lo intuyeron nuestros padres mapuches.
"La tierra y el agua se hicieron al mismo tiempo en
todas partes, pero no todos los árboles brotaron el mismo día, ni los pájaros
nacieron a la misma hora, ni las flores abrieron al mismo tiempo. En cuanto a
los hombres, nacieron muy lejos de aquí, en lo más alto de una montaña, siempre
vestida de verde...". Hasta que un día llegaron
Ubirá y Agusá, los dos primeros hombres de Karunkinká. Hayen, la mujer, llegó
después. Por ella ambos se mataron. Así lo enseñaban nuestros padres onas.
El primer día del mundo fue también creación divina para
nuestros antepasados americanos. Ellos aprendieron a cuidar la tierra y a
convivir en armonía con la naturaleza. Ojalá que este nuevo año sea la
oportunidad para que nosotros empecemos, de una vez por todas, a hacer lo
mismo.
¡Feliz Año Nuevo!
prof. Benedicto González Vargas
publicado originalmente en el periódico El Coirón Cordillerano, de Puente Alto, el 31 de diciembre de 1993, Luego, en mi columna de Ciudad
Letralia, en enero de 2006 y en la Revista Dedal de Oro
Nº 23 de febrero de 2005
Alditita, dice:
ResponderEliminar2 ene 2006
Esta bueno para estudiar me facilita todo . sigan asi nunca cambien alditita
→ Responder
prof. Benedicto González Vargas, dice:
Eliminar2 enero 2006
Me alegro, Alditita, que te haya sido de utilidad.
prof. Benedicto