En este libro, Platón nos
expone -creemos que con fidelidad- el discurso (matizado con algunos momentos
de diálogo) que pronunció su maestro
Sócrates ante los jueces atenienses cuando fue juzgado por corromper a la
juventud y por no creer en los dioses protectores de la ciudad, acusación que,
al ser encontrado culpable, lo llevó a la muerte por envenenamiento. La
apología de Sócrates puede dividirse en tres partes.
La acusación
En la primera parte de
la Apología de Sócrates, se da a conocer los cargos por los
cuales está siendo juzgado.
Luego, por su parte,
el acusado a través de su defensa, deja en claro que los cargos por los que es
juzgado son invenciones.
Seguidamente, Sócrates
explica el orden en el que va a llevar a cabo su defensa, así afirma que
primero responderá a sus acusadores.
Más tarde, se dan a
conocer las acusaciones a las que Sócrates trata de responder.
Al final de la primera
parte, Sócrates, al no convencer al jurado, afirma que no teme a la muerte y
asegura que confía en su verdad para ganar el juicio. Sin embargo, los
acusadores lo encuentran culpable por 281 votos en su contra frente a 220 a su
favor.
Segunda parte: la
aceptación y la pena
Después del veredicto
de los jueces, Sócrates asume su condena. Aunque considera que deberían haberlo
condenado con más votos en su contra.
Sócrates propone que
se le perdone la pena de muerte si paga una multa de 30 minas.
Tercera parte: la despedida
La actitud de Sócrates
defendiendo su postura hace que aumenten sus votos en contra. El jurado no
acepta la propuesta del acusado y, finalmente, le impone cumplir la pena de
muerte. Luego, Sócrates concluye su diálogo aludiendo a que no guardará rencor
a quienes lo condenan. Después se despide.
Los acusadores: En su defensa, Sócrates distingue entre dos
tipos de acusadores, los antiguos o anónimos, los cuales han esparcido
calumnias sobre él durante años y, por otro lado, los nuevos acusadores, es
decir, los que le han llevado recientemente al juicio. Los últimos son tres
hombres que han presentado cargos contra Sócrates:
El poeta Meleto, el
político Ánito y el orador Licón.
Las acusaciones: Aunque, Sócrates alude a acusadores anónimos,
las imputaciones que le han llevado a juicio han sido las de los tres nuevos
acusadores. Quienes, curiosamente, representan a los gremios que Sócrates venía
criticando: poetas, políticos y oradores. Así, por boca de Melito, se dan a
conocer las dos acusaciones por las que se le ha condenado a juicio, estas son:
- No creer en los dioses de la ciudad, a quienes supuestamente sustituía con
extravagancias maliciosas.
- Corrupción de la juventud, pues muchos jóvenes, estaban siguiendo
su discurso y se habían convertido en sus discípulos.
La defensa de
Sócrates: Sócrates no intenta pedir
perdón a nadie por su forma de vida, tampoco causar lástima aludiendo a su
familia e hijos. Más bien utiliza la palabra para explicar a los jueces por qué
su forma de hacer puede ser beneficioso para todos.
Finalmente, Sócrates resulta
condenado a muerte, probablemente porque la mayoría de los jueces consideraron
que su actitud era soberbia y los desafiaba. Sin embargo, el filósofo no
traicionó los principios que defendía en vida. Asimismo, en más de algún
momento durante el juicio, da a entender que no teme a la muerte.
Pero ¿cuáles son las
réplicas que Sócrates utiliza en su defensa? Estas son algunas ideas que se
perciben en el texto:
Alusión a los
sofistas: Una de las calumnias
fue que Sócrates buscaba corromper a la juventud mediante enseñanzas públicas
llevadas a cabo en secreto. También lo acusan de mezclar las cosas divinas con
las terrenales. Por eso, para muchos Sócrates era un hombre peligroso.
En su defensa, el
acusado admite que sus enseñanzas no son como la de los sofistas, sus
coetáneos, los cuales exigían un pago por sus enseñanzas. Asimismo, afirma que
jamás se ha involucrado en temas divinos.
Sabiduría del
oráculo: Sócrates se pregunta
cuál puede ser el origen de las calumnias que se han propalado contra él. Para
lo que responde, que su mala reputación se debe a la sabiduría que
aparentemente existe en él. Aunque Sócrates no se da por sabio.
En cambio, pone como
ejemplo el oráculo de Delfos. Según explica, su amigo Cherefón preguntó al
oráculo si había un hombre más listo que Sócrates. La pitia respondió que no.
Después, Sócrates
convencido de que no podía ser el más sabio decidió investigar entre los
gremios que representan la sabiduría. Dialogó con políticos, poetas y oradores.
Entonces afirma que todos "creían saber más de lo que realmente
sabían". Estableciendo así una comparativa entre estos y él en la que
resulta favorecido.
Pero esta es la
diferencia, que establece. Ellos creen saber, aunque no sepa nada, y Sócrates
sabe que no sabe nada.
Aquí se manifiesta uno
de los puntos fundamentales de la actividad filosófica de Sócrates, al menos,
así lo expresa su discípulo Platón. Para Sócrates la verdadera sabiduría
residía en reconocer que no se sabe nada.
El método de este
filósofo para alcanzar el verdadero conocimiento se basa en lo que se mayéutica,
es decir, un sistema que consistía en buscar la verdad mediante el diálogo.
Para ello, Sócrates realizaba preguntas a los interlocutores y, a través de
estas cuestiones, les ayudaba a entender que, en realidad, no sabían nada.
Interrogatorio a
Meleto: En un momento del
juicio Sócrates se dirige directamente a Meleto para examinar la acusación en
la que afirma que el filósofo corrompe a la juventud. Para ello, Sócrates le
pregunta quién hace mejores a los jóvenes.
Tras una serie de
preguntas, llegan a la conclusión de que todos hacen mejores a los jóvenes,
excepto Sócrates. A lo que, finalmente, el filósofo destaca:
No es más bien al
revés, que la mayoría no sabe tratarlos y solo unos pocos son capaces de
hacerlos mejores.
Sócrates dialoga con
Meleto, hasta que deja a este sin respuestas y queda en evidencia su ignorancia
y mala intención. A través de este discurso el filósofo intenta defender su
forma de vida. Sin embargo, lo hizo retando a los miembros de los grandes
gremios de la sociedad, lo cual lo perjudica.
Reflexiones finales:
Probablemente si Sócrates
hubiera rogado compasión a los que le juzgaron se hubiera librado de la muerte
o hubiese saldado su pena con el exilio. Sin embargo, no lo hizo, prefirió
reflexionar sobre por qué no le temía a la muerte.
Así, Sócrates mantuvo
una postura racional frente a su deceso. Más que afrontar la muerte como un mal
prefirió asumirla como un bien:
Pero si la muerte es
como un tránsito de un lugar a otro, y si, según se dice, allá abajo está el
paradero de todos los que han vivido, ¿qué mayor bien se puede imaginar, jueces
míos?
Finalmente, el jurado votó
su muerte, y Sócrates antes de morir dijo a sus acusadores que no tenía resentimiento
hacia ellos.
Posiblemente, Sócrates
con su discurso molestó aún más a sus acusadores, sin embargo, con sus palabras
demostró que valoraba más defender sus principios filosóficos que conservar su
propia vida.
Como puede apreciarse
es una obra notable que siempre es un gusto releer y encontrar nuevas e
interesantes reflexiones. 24 siglos después sigue siendo una colmada fuente de
sabiduría.
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