sábado, 28 de septiembre de 2024

La Apología de Sócrates, de Platón

Después de una década he vuelto a releer la Apología de Sócrates, obra escrita por Platón, hacia el 399 – 387 adC, siendo el primero de los diálogos socráticos, en esta obra, como en otras de sus discípulos, se puede conocer el pensamiento de Sócrates, que no dejó obras propias escritas

En este libro, Platón nos expone -creemos que con fidelidad- el discurso (matizado con algunos momentos de diálogo)  que pronunció su maestro Sócrates ante los jueces atenienses cuando fue juzgado por corromper a la juventud y por no creer en los dioses protectores de la ciudad, acusación que, al ser encontrado culpable, lo llevó a la muerte por envenenamiento. La apología de Sócrates puede dividirse en tres partes.

La acusación

En la primera parte de la Apología de Sócrates, se da a conocer los cargos por los cuales está siendo juzgado.

Luego, por su parte, el acusado a través de su defensa, deja en claro que los cargos por los que es juzgado son invenciones.

Seguidamente, Sócrates explica el orden en el que va a llevar a cabo su defensa, así afirma que primero responderá a sus acusadores.

Más tarde, se dan a conocer las acusaciones a las que Sócrates trata de responder.

Al final de la primera parte, Sócrates, al no convencer al jurado, afirma que no teme a la muerte y asegura que confía en su verdad para ganar el juicio. Sin embargo, los acusadores lo encuentran culpable por 281 votos en su contra frente a 220 a su favor.

Segunda parte: la aceptación y la pena

Después del veredicto de los jueces, Sócrates asume su condena. Aunque considera que deberían haberlo condenado con más votos en su contra.

Sócrates propone que se le perdone la pena de muerte si paga una multa de 30 minas.

Tercera parte: la despedida

La actitud de Sócrates defendiendo su postura hace que aumenten sus votos en contra. El jurado no acepta la propuesta del acusado y, finalmente, le impone cumplir la pena de muerte. Luego, Sócrates concluye su diálogo aludiendo a que no guardará rencor a quienes lo condenan. Después se despide.

Los acusadores: En su defensa, Sócrates distingue entre dos tipos de acusadores, los antiguos o anónimos, los cuales han esparcido calumnias sobre él durante años y, por otro lado, los nuevos acusadores, es decir, los que le han llevado recientemente al juicio. Los últimos son tres hombres que han presentado cargos contra Sócrates:

El poeta Meleto, el político Ánito y el orador Licón.

Las acusaciones: Aunque, Sócrates alude a acusadores anónimos, las imputaciones que le han llevado a juicio han sido las de los tres nuevos acusadores. Quienes, curiosamente, representan a los gremios que Sócrates venía criticando: poetas, políticos y oradores. Así, por boca de Melito, se dan a conocer las dos acusaciones por las que se le ha condenado a juicio, estas son:

  1. No creer en los dioses de la ciudad, a quienes supuestamente sustituía con extravagancias maliciosas.
  2. Corrupción de la juventud, pues muchos jóvenes, estaban siguiendo su discurso y se habían convertido en sus discípulos.

La defensa de Sócrates: Sócrates no intenta pedir perdón a nadie por su forma de vida, tampoco causar lástima aludiendo a su familia e hijos. Más bien utiliza la palabra para explicar a los jueces por qué su forma de hacer puede ser beneficioso para todos.

Finalmente, Sócrates resulta condenado a muerte, probablemente porque la mayoría de los jueces consideraron que su actitud era soberbia y los desafiaba. Sin embargo, el filósofo no traicionó los principios que defendía en vida. Asimismo, en más de algún momento durante el juicio, da a entender que no teme a la muerte.

Pero ¿cuáles son las réplicas que Sócrates utiliza en su defensa? Estas son algunas ideas que se perciben en el texto:

Alusión a los sofistas: Una de las calumnias fue que Sócrates buscaba corromper a la juventud mediante enseñanzas públicas llevadas a cabo en secreto. También lo acusan de mezclar las cosas divinas con las terrenales. Por eso, para muchos Sócrates era un hombre peligroso.

En su defensa, el acusado admite que sus enseñanzas no son como la de los sofistas, sus coetáneos, los cuales exigían un pago por sus enseñanzas. Asimismo, afirma que jamás se ha involucrado en temas divinos.

Sabiduría del oráculo: Sócrates se pregunta cuál puede ser el origen de las calumnias que se han propalado contra él. Para lo que responde, que su mala reputación se debe a la sabiduría que aparentemente existe en él. Aunque Sócrates no se da por sabio.

En cambio, pone como ejemplo el oráculo de Delfos. Según explica, su amigo Cherefón preguntó al oráculo si había un hombre más listo que Sócrates. La pitia respondió que no.

Después, Sócrates convencido de que no podía ser el más sabio decidió investigar entre los gremios que representan la sabiduría. Dialogó con políticos, poetas y oradores. Entonces afirma que todos "creían saber más de lo que realmente sabían". Estableciendo así una comparativa entre estos y él en la que resulta favorecido.

Pero esta es la diferencia, que establece. Ellos creen saber, aunque no sepa nada, y Sócrates sabe que no sabe nada.

Aquí se manifiesta uno de los puntos fundamentales de la actividad filosófica de Sócrates, al menos, así lo expresa su discípulo Platón. Para Sócrates la verdadera sabiduría residía en reconocer que no se sabe nada.

El método de este filósofo para alcanzar el verdadero conocimiento se basa en lo que se mayéutica, es decir, un sistema que consistía en buscar la verdad mediante el diálogo. Para ello, Sócrates realizaba preguntas a los interlocutores y, a través de estas cuestiones, les ayudaba a entender que, en realidad, no sabían nada.

Interrogatorio a Meleto: En un momento del juicio Sócrates se dirige directamente a Meleto para examinar la acusación en la que afirma que el filósofo corrompe a la juventud. Para ello, Sócrates le pregunta quién hace mejores a los jóvenes.

Tras una serie de preguntas, llegan a la conclusión de que todos hacen mejores a los jóvenes, excepto Sócrates. A lo que, finalmente, el filósofo destaca:

No es más bien al revés, que la mayoría no sabe tratarlos y solo unos pocos son capaces de hacerlos mejores.

Sócrates dialoga con Meleto, hasta que deja a este sin respuestas y queda en evidencia su ignorancia y mala intención. A través de este discurso el filósofo intenta defender su forma de vida. Sin embargo, lo hizo retando a los miembros de los grandes gremios de la sociedad, lo cual lo perjudica.

Reflexiones finales: Probablemente si Sócrates hubiera rogado compasión a los que le juzgaron se hubiera librado de la muerte o hubiese saldado su pena con el exilio. Sin embargo, no lo hizo, prefirió reflexionar sobre por qué no le temía a la muerte.

Así, Sócrates mantuvo una postura racional frente a su deceso. Más que afrontar la muerte como un mal prefirió asumirla como un bien:

Pero si la muerte es como un tránsito de un lugar a otro, y si, según se dice, allá abajo está el paradero de todos los que han vivido, ¿qué mayor bien se puede imaginar, jueces míos?

Finalmente, el jurado votó su muerte, y Sócrates antes de morir dijo a sus acusadores que no tenía resentimiento hacia ellos.

Posiblemente, Sócrates con su discurso molestó aún más a sus acusadores, sin embargo, con sus palabras demostró que valoraba más defender sus principios filosóficos que conservar su propia vida.

Como puede apreciarse es una obra notable que siempre es un gusto releer y encontrar nuevas e interesantes reflexiones. 24 siglos después sigue siendo una colmada fuente de sabiduría.

Para ver una versión PDF de este texto, pinche acá

 prof. Benedicto González Vargas

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