Termino de leer esta novela vertiginosa e inolvidable y
sólo atino a volver a las primeras páginas, al título, donde el autor, cuando
compré el libro y estreché su mano, escribió: "Dulces pesadillas para
Benedicto!!!..." Lo que en un principio me pareció una
divertida forma de autografiar un libro, ahora que termino de leerlo y quedo
con esa sensación de orfandad literaria que muy pocos libros dejan, vengo a
comprender por qué el simpático de Baradit me escribió aquello a manera de
saludo. Es que esta novela de ciencia ficción es, por sí sola un mundo, un
cosmos, un universo nuevo...y podrido. Pocas veces se pone ante nuestra vista
una novela que proponga la creación de toda una cosmología nueva, donde el
desarrollo tecnológico más avanzado va de la mano de un desarrollo en la
investigación de tipo metafísica que, paradojalmente, en vez de generar
personas mejores, conscientes de su dimensión espiritual, lo que hacen es
seguir con la vieja costumbre humana de buscar el provecho propio aunque para
ello deban pasarle por encima al resto de los mortales. Es un egoísmo intrínseco
que brota de las profundidades del ser y no se detiene ante nada. El objetivo
personal y último, tener éxito, debe buscarse a cualquier costo y no importan
los cadáveres que debamos dejar en el camino.