Releer Pantaleón y las visitadoras, de
Mario Vargas Llosa, resulta siempre muy entretenido. La forma en que el
escritor peruano nos retrata los acontecimientos ocurridos en la
Amazonia revela siempre su estilo inconfundible y esa cuota de humor e
ironía que se aprecia en cada página.
Sin embargo, cuando uno relee una obra, muchas veces es capaz de
percibir detalles que en una primera lectura pasaron inadvertidos. Leí
esta obra por primera vez cuando tenía unos veinte años, en medio del
apuro de los compromisos académicos de cualquier estudiante de
literatura y en medio de otras lecturas relativas a Lingüística, Latín,
Pedagogía y a otras literaturas (universal, chilena, española, etc.). De
manera tal que por supuesto seme pasaron por alto algunos detalles que
con el tiempo he podido aquilatar mejor.