(por Hugo Montes brunet)
Para mantener a su fulana, de Leticia Vigil, Galinost, Santiago, 1986, es título buenísimo, entre popular y picaresco, criollo, casi a pesar de su casticismo a toda prueba. Aunque la autora es argentina y de la prosapia de Constancio Vigil, al que todos leíamos cuando muchachos, aparece con buenos derechos en la colección Narradores Chilenos de Hoy, porque se ha asimilado -ella y su familia- tan plenamente a nuestros modos y mistades, que es como de aquí. Claro que las locuciones trasandinas aparecen una y mil veces en sus breves catorce cuentos, dando al conjunto un aire local que resulta expresivo, grato, nunca limitante. De otra parte, más de un relato está localizado por estos mundos, dcon lo cual -digamos- se hace tarea de integración: "La cordillera une y no separa...etc."