Esta novela, que en el pasado obtuvo el Premio Nacional
de Literatura Catalana y fue traducida al castellano por Celina Alegre para
Anagrama, se estructura a través de un relato fragmentado en múltiples
narradores que se van conteniendo unos dentro de otros, como en cajas chinas o
muñecas rusas. El jardín de los siete crepúsculos es, por lo tanto, una
sucesión de relatos que se encadenan y contienen otros relatos, que contienen
otros relatos, la técnica de generar una obra única, a partir de muchos cuentos
distintos es muy antigua, ya la encontramos en obras fundamentales como en el
anónimo Las mil y una noches, El Conde Lucanor, de Juan Manuel o El Decamerón,
de Bocacio.
Miquel de Palol, el autor, ubica su narración en un futuro
indefinido (que sirve de excusa para un interesante y cáustico prólogo en que
una buena cantidad de estudiosos, filólogos y críticos literarios intenta
desentrañar el origen y fecha de una obra cuyos fragmentos aparecen en diversos
discos digitales en impensadas e imposibles bibliotecas del futuro) y la
desarrolla en torno a la historia de una poderosa familia que a través de una
joya controla financiera y políticamente, desde las sombras, los sucesos del
mundo, teniendo a toda la humanidad en sus manos. Pero el mundo está en una
guerra atómica apocalíptica y el protagonista (innominado durante todo el extenso
relato) debe huir de una destruida Barcelona a un refugio de alta montaña que
guarda todas las comodidades y la historia de la sociedad que se termina.
Cabe
señalar que el joven protagonista de élficas orejas empieza poco a poco a darse
cuenta que no sabe quién es él y por qué ha sido recogido y llevado a un
refugio donde hay tanta gente que él sabe ha tenido influencia mundial; sin
embargo, logra darse cuenta que es él y no los otros famosos, el invitado más
importante del refugio.
Es una novela impresionante por su contenido, su
estructura, la coherencia de los relatos que disímiles, fragmentados, distintos
y distantes entre sí van configurando una novela de una solidez y calidad
impresionantes.
Sin embargo, debo advertir que El jardín de los Siete Crepúsculos
no es una lectura para todo el mundo. Habrá muchos que consideren una verdadera
tortura el rompecabezas que el autor nos propone y no encontrarán ninguna
coherencia en la multiplicidad de narradores, estilos, géneros literarios y
personajes que ofrece. Es una obra para lectores de gustos literarios
consumados y talento lector. El lector debe colaborar con su propio intelecto
para ir configurando el desarrollo y avance de una novela que para cualquier
lector ingenuo será imposible de descifrar y menos disfrutar. Por cierto que,
en mi opinión, la obra se inscribe plenamente en los relatos de ciencia
ficción, aunque también existe una interpretación simbólica, de crítica social
o, incluso, algunos ven en la obra una reactualización del género de caballerías
o de los relatos policiales. Creo que eso también es cierto. La novela tiene de
todo y sus cuentos se pasean por todas las opciones narrativas, incluyendo
relatos de espionaje, de amor, policiales, esotéricos, eróticos e, incluso, dos
de tipo francamente pornográficos que se justifican en la medida en que
configuran el complejo panorama literario postmodernista, que es el sustrato
último que explica y configura la mirada de esta novela de casi mil páginas.
prof. Benedicto González Vargas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimado visitante, gracias por detenerte a leer y comentar, en cuanto pueda leeré tu comentario y te responderé.