Nuestros jóvenes recién egresados de 4° Año Medio rindieron a principios de diciembre la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Poco antes de Navidad supieron sus resultados y antes de Año Nuevo ya estaban postulando alguna de las 25 universidades del Consejo de Rectores o a algunas de las más de 40 llamadas privadas (adjetivo que, en rigor, debieran compartir con varias del Consejo de Rectores). Más de cien estudiantes alcanzaron los máximos puntajes posibles en alguna de las pruebas aplicadas, ellos son los "puntajes nacionales" que las universidades se disputan como un preciado trofeo que da prestigio y, a la vez, aporte económico de parte del Estado.
Sin embargo, más allá de esta historia que todos conocemos pues la vemos reflejada año a año en la prensa, hay epílogos ignorados que no suelen contarse. No son pocos los estudiantes brillantes, puntajes nacionales o muy cerca de ello, de excelentes promedios de egreso de la Enseñanza Media que fracasan estrepitosamente en sus primeros semestres universitarios, llegando algunos a incurrir en causales de eliminación de la carrera al ser incapaces de aprobar las cátedras en segundas o terceras oportunidades. ¿Qué pasó? Probablemente sea la suma de muchos factores, algunos de los cuales fueron descritos en un estudio del centro de investigación CICES de la Universidad de Santiago de Chile publicado en 2007:
1. No adaptarse al ritmo de trabajo académico por carecer de hábitos de estudio consistentes (muchos de los mejores alumnos de la educación secundaria estudian poco porque les alcanza con poner atención a clases. Los hábitos de estudio tan relajados, entonces, resultan insuficientes en la educación superior.
2. En el caso de los estudiantes que se trasladan de ciudad, la dificultad para adaptarse a vivir solos y sin control o para manejar las relaciones interpersonales con sus eventuales compañeros de pensión.
3. Dificultad para crear lazos sociales con los nuevos compañeros de estudio, lo que impacta negativamente en el sentido de pertenencia e identificación con la carrera elegida.
4. Inmadurez para manejar situaciones de estrés como reprobar asignaturas cuando se ha sido un estudiante brillante (sin esforzarse mucho) en el Colegio.
Por esta razón, varias universidades han implementado asignaturas complementarias en el primer año relativas al desarrollo de habilidades sociales, al manejo del estrés, a los hábitos de estudio. Todo ello me parece estupendo, pero la Enseñanza Media debe hacerse cargo de su tarea y debe mejorar la preparación de los estudiantes en estas áreas. El desarrollo de habilidades sociales, como ya lo he comentado antes, es tarea de la escuela, el impulsar actividades de trabajo en equipo, instancias de discusión, para que los jóvenes aprendan a compartir y socializar es una responsabilidad inexcusable para la escuela. Así de contundente me parece y no podemos desconocer esta realidad si es que de veras pensamos preparar a nuestros estudiantes para la vida.
prof. Benedicto González Vargas
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