con las otras, que ya no tengo
¿Qué hacen seis mujeres que tienen insomnio y, por lo tanto, la noche se hace larga y deprimente?
Muchas personas podrían responder cosas tales como ver televisión, leer, escribir, estudiar, jugar solitario, visitar las redes sociales, llamar amigos y amigas para organizar un encuentro, etc. Muy pocas personas nos responderían como las mujeres que aparecen en esta notable pieza teatral: Leer y cantar los poemas de Gabriela Mistral.
En efecto, la obra dirigida por Elvira López y con dramaturgia de
Gabriela Aguilera, usa textos poéticos y epistolares de nuestra premio
nóbel para ir desentrañando, a través de ellos, la compleja figura
social y personal que fue Lucila Godoy. Los chilenos, probablemente bajo
el imperio de un pésimo planteamiento pedagógico y un escasísimo nivel
de lectura, tenemos como sociedad una imagen de nuestra Gabriela Mistral
que no pasa de ser una caricatura edulcorada que indignaría a la propia
maestra de Elqui y ante la cual se rebelaría con toda su profunda
batería intelectual y de comportamientos. Dicho de otro modo: Gabriela
Mistral no fue la tierna profesora que escribía rondas infantiles y
profesaba piadosamente la fe cristiana. No fue la ciudadana
políticamente correcta que nunca contradijo las normas sociales y que
guardó silencio ante lo que no le gustaba. Muy por el contrario, la
poesía de Gabriela Mistral y sus cartas, que hoy conocemos, su vida
entera, en realidad, la muestran como una mujer magnífica, profunda en
sus convicciones y luchadora por sus ideas; revolucionaria en un tiempo y
en una época en que las mujeres no tenían –literalmente– ni voz ni
voto.
Discrepaba públicamente de las políticas sociales y de los políticos
de la época, fue una convencida feminista cuando las mujeres llevaban
una tímida vida bajo el alero masculino. Liberada íntimamente de las
convenciones y ataduras de su género exploró sus afinidades sexuales sin
detenerse ante las convenciones sociales. Expuso sus ideas humanistas,
pedagógicas, políticas, con claridad meridiana, buscando siempre no
traicionar, bajo ninguna presión, sus convicciones interiores más caras.
Mucho de esto se revela en la obra las cosas que nunca tuve, muchos
de sus textos provienen de versos y cartas de Gabriela Mistral y, en una
acción intrépida, que me parece notable, en la obra nadie encarna a la
Mistral. No hay un personaje que sea ella. Son las seis insomnes las
que, a través de sus parlamentos, van revelando a esta mujer notable, a
partir de sus propios escritos.
Una pieza teatral bella y bien llevada al escenario, donde versos y
música se complementan perfectamente y donde lo que importa es la
consecuencia con las ideas mistralianas y lo único que no importa es la
secuencia cronológica tan habitual en toda representación mistraliana, y
que también ha contribuido a formar la caricatura de nuestra primera
Premio Nóbel.
Obra notable, recomendable plenamente, que actualmente está en
exhibición en el GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral), institución que
honra la memoria de Gabriela mucho más profunda y fielmente con la
presentación de esta obra, que con el propio nombre institucional.
prof. Benedicto González Vargas
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