martes, 28 de abril de 2015

Diario de un solo, de Catalina Bu

Nunca he comentado un libro que provenga del cómic, no porque desdeñe o no me interese este tipo de arte –que me gusta mucho–, sino porque no había encontrado un libro que me motivara a hacerlo. Sin embargo, Diario de un solo, de la ilustradora Catalina Bu (su apellido real es Bustos) aborda un tema del que he hablado antes, cuando me he referido a las redes sociales y al uso de internet por parte de los jóvenes.


En efecto, este interesante libro nos muestra la historia de un joven soltero –adolescente en su maduración–, al que no le van bien las relaciones interpersonales, pero que tiene talento para establecer relaciones virtuales a través de la red. El personaje puede pasarse todo un día conectado y de esa forma rehuir el contacto personal, pero en su fuero interno se siente satisfecho porque ha estado conectado ¿vinculado? todo el día y con ello satisface sus necesidades comunicativas y relacionales con el resto de la sociedad.

Catalina Bu inició el proceso de dibujo y escritura de esta obra con unas viñetas publicadas en la web que fueron teniendo creciente éxito entre los lectores, hasta llegar a sumar unas 90 páginas en el tomo que actualmente se encuentra en las librerías, pero según la autora la obra tendrá tres tomos.

Interesante obra que nos hace reflexionar sobre la engañosa compañía que nos ofrecen las redes sociales, una especie de comunicación edulcorada que se parece a la real, pero que en ningún caso puede ocultar sus carencias cuando se usa la tecnología digital como único medio de expresión comunicativa y no como lo que debe ser: un complemento –potente y positivo–, una herramienta más para la verdadera comunicación que nunca dejará de tener como base el contacto interpersonal entre las personas.

Sin lugar a dudas un gran aporte a la reflexión sobre el estado actual de la sociedad, a las costumbres que nos abordan cada día y, por qué no decirlo, a la educación de una enorme cantidad de jóvenes que no vivieron la etapa en que la única forma de relacionarse con los amigos era frente a frente y que hoy consideran como amigo a cualquier ícono descarnado que encuentran en su muro.

prof. Benedicto González Vargas

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