Hace algún tiempo el notable académico y crítico literario José Promis, publicó en el suplemento de Artes y Letras de El Mercurio el siguiente comentario crítico sobre uno de los libros de cuentos de Ramón Díaz Etérovic. Ocurre que, en lo personol, no solo me agrada la literatura de Díaz Eterovic, sino que también los comentarios de José Promis y por eso reproduzco este interesante comentario.
Relatos que no desfallecen
Es agradable reencontrarse con cuentos que Ramón Díaz Eterovic ha ido publicando a lo largo de más de veinte años. Varios aparecieron en el volumen Chumangos (nombre que se aplica a los nacidos en Punta Arenas), y algunos provienen de publicaciones anteriores que, según recuerdo, se remontan hasta 1990. Pero no importa que los relatos que forman su libro Mi padre peinaba a lo Gardel, no sean originales. A pesar del tiempo transcurrido conservan la frescura de lo nuevo en su lenguaje y en sus anécdotas, y la misma capacidad para tocar la sensibilidad del lector que exhibían cuando se publicaron por primera vez. Son relatos que regresan para despertar de nuevo su solidaridad frente a catástrofes privadas, para hacerlo sonreír ante ciertos comportamientos o para conmoverse por tragedias humanas que se incuban desapercibidas debido a la soledad de las víctimas, o que parecieran empequeñecerse en la infinitud del medio ambiente.
Más allá de sus anécdotas particulares, todos participan de un propósito común: desmentir a los que creen que, por ser una ciudad perdida en el extremo del mapa, en Punta Arenas nunca pasa nada. Así alega Zamudio, el director del diario regional, donde escribe uno de los personajes del libro.
En consecuencia, la mayor parte de los cuentos nace de una mirada retrospectiva, marcada por la distancia y la nostalgia, que convierte a Punta Arenas en un microcosmos donde sucede lo mismo que tiene lugar en el resto del mundo: sueños realizados, ideales dolorosamente destruidos, pequeñas proezas y heroísmos cotidianos, actos de generosidad y de amor, tiernas o humorísticas escenas familiares; pero también funestos errores de comportamiento, arrebatos de furia u odiosas y tenebrosas venganzas. El mundo de lo humano con todas sus contradicciones, donde cabe desde lo sublime hasta lo abyecto. No es aventurado decir que los materiales que forman cada cuento provienen de recuerdos personales que Díaz Eterovic conserva de los años en que vivía en Punta Arenas, como asimismo de historias y anécdotas que debe haber escuchado durante s infancia y primera juventud. El más importante del conjunto, y que da el título al volumen , es la ficcionalización del momento crucial de su adolescencia cuando un acto generoso de su padre decidió el rumbo y el sentido de su vida adulta.
Esta sencilla estructura, una historia que gira en torno a un episodio privado, caracteriza la mayoría de los cuentos. Pero la sencillez del argumento opera en relación inversa a su significado. Son escenas que abren la puerta a la infinitud de lo humano o a cambios definitivos de una existencia individual: el encuentro inevitable de dos rivales en el amor, el momento de gloria de un deportista entusiasta y mediocre, un robo frustrado y funesto, un asado que inicia el tránsito de la madurez, las pillerías de un abuelo hospitalizado, o un malogrado artista a punto de cantar un bolero. Mención aparate merece el cuento "Crónica roja", publicado por primera vez, según creo, en el año 2005. El cadáver de cabaret con la cual el narrador mantenía relaciones sentimentales -un periodista de noticias policiales apellidado Palma- es descubierto en la playa de Punta Arenas. después de haber sido violentamente asesinada. La atmósfera y la caracterización de los personajes distancian a este cuento del cálido y a veces hasta humorístico temple de ánimo que en general manifiestan los demás narradores del volumen, porque evoca el desencanto de las novelas de Heredia. Palma y la mujer, antes de morir, son individuos que necesitan espantar su soledad y sus sentimientos poseen el "aliento febril de los desesperados", porque viven en un país que los maltrata y donde solo se habla de "fútbol, farándula, catástrofes naturales, atentados terroristas, políticos corruptos. Nada novedoso..."
Digamos para terminar que quizás una que otra escena suene ahora un tanto melodramática, pero no ha disminuido el placer de su lectura.
José Promis, El Mercurio, 06/10/14
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