"A las 01,50, hora de Greenwich, del 1 de diciembre de 1975, los teléfonos de todo el mundo emprezaron a sonar..." Así empieza el cuento 'Marque F de Frankestein',
de Arthur Clark, donde nos cuenta lo que pasó el día en que las
centrales telefónicas de todo el mundo se interconectaron por satélite y
condujeron al caos mundial, una vez que por sí sola dicha red decidió
intervenir y controlar los sistemas militares, financieros y de
transporte del país.
Este cuento de ciencia ficción de 1963 es, me
parece, la primera aparición pública de la idea de una mente electrónica
global. Una inteligencia artificial autoconsciente que surge
espontáneamente de las interconexiones de miles de millones de aparatos
digitales como computadores, teléfonos y otros soportes de red. Este es
un relato de anticipación, pero ¿y la realidad actual?
Hoy la inteligencia artificial ya no es sólo producto de la mente de los
escritores de ciencia ficción, está de moda y recibe la mayor atención
de la NASA y de las empresas informáticas avecindadas en el Valle de la
Silicona. Google, por ejemplo, no se cansa de sorprendernos ya no sólo
con motores de búsqueda muy eficientes, sino que creando redes sociales,
mostrándonos cualquier parte del planeta y del universo y ahora ella y
otras empresas experimentan con máquinas de escucha y otras cosas aún
inimaginables.
Es, como dice John Markoff, en un artículo reproducido en The New York Times,
el nuevo respeto por la inteligencia artificial el que vuelve a poner
en el tapete la pregunta ¿Hacia dónde va la tecnología? y, quizás, ¿la
inteligencia informática superará la nuestra y con qué rapidez? De
hecho, la inteligencia artificial ya es usada para reemplazar algunas
actividades humanas, a través de la automatización de algunas
maquinarias. Hoy existen prototipos de inteligencia artificial que no
sólo resuelven problemas y aprenden de las soluciones, sino que también
son capaces de comparar y establecer diferencias y similitudes, oír y
hasta ver.
Sin embargo, lo que la ciencia y la tecnología, por una parte, y la
literatura, por otra, cree que será el futuro de las inteligencias
artificiales es algo impensado hace apenas unos lustros: una
inteligencia artificial autoconsciente que sea capaz de diseñar mejores
robots que los actuales que son de diseño humano.
Otra idea que ronda en el ambiente, es la ya esbozada antes, el
surgimiento de un cerebro global donde los computadores y equipos
informáticos interconectados en la red actúen algún día de manera
coordinada y desarrollen una inteligencia autoconsciente.
No faltan, por cierto, visiones alarmistas que tratan de imponer miradas
más prudentes: William Joy, un diseñador informático y financista de
desarrollos tecnológicos, en un artículo publicado en 2000 en la revista
Wired, afirmó que la humanidad tiene más probabilidades de destruirse,
que de alcanzar una utopía feliz con el desarrollo tecnológico.
Eliezer Yudkowsky, funcionario del Instituto de la Singularidad (1), ha
propuesto que se desarrolle una disciplina dentro de la ingeniería
informática que se ocupe de generar una inteligencia artificial
amistosa, ocupándose de que las futuras máquinas nunca puedan ser
superiores a los humanos.
Sin lugar a dudas un tema que debemos mirar con cautela y enseñar a
nuestros estudiantes a tener no sólo esa mirada, sino también una
postura ética y crítica sobre el asunto.
prof. Benedicto González Vargas
(a partir del artículo "The future of artificial intelligence", de John Markoff)
Nota:
(1) Singularidad es el nombre que se ha dado al desarrollo de la super inteligencia artificial.
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