En estos tiempos tecnologizados, globalizados e hipervinculados, no es extraño, para quienes escribimos (bien o mal) y tenemos a la Literatura o a cualquier otra forma de escritura como oficio, plantearnos cuál es el futuro de los autores en este siglo XXI. La misma inquietud respecto de los libros ya parece estar resuelta, puesto que está claro que la industria editorial está apostando claramente por los formatos tecológicos, aunque el papel goza aún de buena salud, los libros digitales crecen exponencialmente.
Por el momento, es claro que se han incorporado nuevos actores a la producción literaria. La inclusión de los youtubers entre los autores más vendidos, que pasan desde el canal audiovisual a la letra impresa, es toda una novedad y una fuerte competencia.
Las editoriales mismas están modificando sus contratos con los autores, algunas exploran la posibilidad de no pagarles anticipos, sino que hacerlos partícipes de las ganancias, lo cual reduce la posibilidad de perder dinero si la obra no se vende. Algunas editoriales están restringiendo a los libreros la cuota de libros devueltos, etc.
Por otro lado, se ha abierto una amplia e interesante oferta de nuevos autores a través de pequeñas editoriales independientes y de las publicaciones on demand. Hay que poner atención, entonces, porque en medio de todos estos cambios, los autores, que son el verdadero motor de la literatura, no pueden seguir pegados a esquemas tradicionales que están siendo superados en muchos aspectos.
Habrá que estar atentos a estos interesantes cambios. Lo cierto es que ni los libros ni los autores ven amenazada su existencia, solo que las viejas formas dejarán de existir.
prof. Benedicto González Vargas
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