(Juan García Ro)
Qué contrariedad. El ascensor está descompuesto, sin embargo, su humor no sufre variación. Trotando, empieza a bajar las escaleras. Total son apenas algunos pisos. A los 45 minutos a Ubico le parece que los peldaños fueran interminables, pero sigue descendiendo con ánimo. Dos horas después, baja caminando, transpirando, quiere regresar, no se decide. Ocho horas más tarde, la temperatura ha subido bastante, se sofoca y hace rato que para continuar usa el pasamanos. Diez horas quedó atrás la escalera y sigue por una pendiente, ya no puede dar un paso más, entonces, lo toman de los brazos y lo llevan frente a Satanás.
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