Víctor
Acosta, cuando escribió “La joya del Pacífico” en 1941, no pudo ni siquiera
atisbar que 70 años después estudiantes de una escuela básica situada en la
comuna de Renca iban a crear poemas dedicados a Valparaíso inspirados en su canción
y en las imágenes de dos diferentes versiones de ella encontradas entre los
millones de vídeos de Youtube.
En efecto, en aquellos días de inicios del mes de agosto de 2021, la clase de Lenguaje en los quintos y sextos inició una mañana al compás de la “Joya del Pacífico”, con la interpretación de Lucho Barrios, acompañada de imágenes del puerto. A la sorpresa inicial y los comentarios ‘sotto voce’ de más de alguno de los estudiantes, la viveza, los matices del arreglo musical y más de algún recuerdo asociado al tema, fueron captando interés. Parece difícil pensar que niños y jóvenes de 12 a 14 años conocieran el tema, pero, increíblemente, luego de escucharlo, muchos dijeron que en sus propias casas o en las de tíos o abuelos, la habían oído más de una vez.
Le segunda versión presentada, en la misma clase, fue la de Joe Vasconcelos, con arreglos más modernos y más cercanos a ritmos carnavalescos, esta versión despertó en muchos las ganas de bailar o, al menos, de moverse en el propio banco.
¿Y para qué? La pregunta surgió inmediata al terminar el vídeo. ¿Qué vamos a hacer con esto? Les respondí que ¡haríamos poemas! ¡poemas a los ascensores de Valparaíso! Muchos no conocían Valparaíso. Muchos no comprendían el concepto de ascensor de Valparaíso y lo asociaban, obviamente, a aquellos que existen en los edificios y estaciones de metro de nuestra ciudad. Vino entonces la tanda de imágenes, muchas, fotografías y más fotografías de Valparaíso y sus ascensores, proyectadas al pizarrón blanco.
Un tercer paso fue el análisis de la letra de “La joya del Pacífico”, entender qué decía y desde allí lanzarse a escribir comparaciones sueltas sobre los ascensores porteños. Al principio tímidos “no sé qué escribir”, hasta que alguno dio la pauta con un gozoso y fuerte…”¡Ya se me ocurrió!” y continuó…”¡Los ascensores son como pájaros que suben los cerros!”, luego otros: “¡Son como volantines multicolores!”, “Son como gaviotas que suben y bajan!”, “¡Son como flores en las laderas de los cerros!” Y así nacieron las primeras metáforas. Muy pronto alguno se percató que le letra de “La Joya del Pacífico” está hecha sobre muchas comparaciones y así entendieron que se puede escribir poemas solo haciendo comparaciones bellas.
Algunas clases más y los poemas a Valparaíso fueron una realidad, tanto así que pudieron enviarse algunos a Isla Negra para que el poeta Alfred Asís Ferrando los incorporara en una antología internacional. 35 poetas de la Gorostiaga fueron publicados con sus poemas a los ascensores en el libro Alma de Valparaíso. ¡Con qué alegría el poeta Alfred Asís concurrió este año a entregarles un diploma de escritor a cada uno de ellos, en nuestra propia Escuela.
El siguiente invitado a inaugurar las clases con su letra y música, fue Patricio Manns, con su “Arriba en la cordillera”, escuchada por primera vez por algunos estudiantes, aunque también conocida por muchos, les permitió darse cuenta que contando una historia también se podía escribir un poema y la poesía empezó a hacerse menos complicada, más agradable al oído, se captaron mejor los versos, las rimas, varias figuras literarias pero, por sobre todo, emociones y sentimientos.
“Corazón de escarcha”, de Héctor Pavez y “Esta soy yo”, de Francisca Valenzuela, completaron el cuadro de “poesía cantada”, como se dijo en la clase
Clases, semanas y varios versos más adelante, la invitación fue a escribir un poema de tema libre y allí aparecieron textos dedicados a la familia (la madre destaca por la gran cantidad de poemas dedicados a ella), también las mascotas, los amigos, el amor y …¡hasta un equipo de fútbol” fueron objeto de la creación poética.
El paso siguiente era digitalizarlos, sacarlos de los cuadernos y llevarlos al Word, tarea ardua y lenta, donde había que revisar no pocas veces los textos para discernir entre problemas de ortografía y de caligrafía, pero una vez sorteada la dura misión, era necesario llevar a formatos de libro (digital y en papel) estos poemas…
¡Y aquí
estamos!
Mi afecto y reconocimiento a cada uno de los creadores de este libro. A todos estos poetas escolares y a nuestro diseñador de portada quien, sin atreverse a escribir una línea, ofreció “hacer la tapa” bajo el compromiso que “le vale la nota”.
A mí este libro me encanta. Ojalá a ustedes también. Son nuestros niños y jóvenes desde su propia interioridad. ¡Que lo disfruten!
Prof. Benedicto González Vargas
Primavera de 2022
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