En 2009, Carlos Subosky, de Revista Ñ, le hizo la siguiente entrevista, relativa a su novela El colectivo. Los invito leerla y comentarla:
"En un pequeño pueblo en las afueras de Buenos Aires el único colectivo que pasa misteriosamente deja de parar. Cuando llega al lugar acelera y, con las luces apagadas, pasa de largo dejando una estela de polvo. Es el año 1977, plena dictadura militar. También, la barrera del tren queda baja y las vías bloqueadas. Esto genera conmoción en un pueblo que no está acostumbrado a que se rompan las rutinas. Pero hay más, Rumores de que por la zona hay "subversivos", constantes interrogatorios al comisario del pueblo, y hasta gente que ha desaparecido. En la población cunde el terror.
El libro El colectivo, de Eugenia Almeida funciona como una lupa que permite ver en pequeña escala cómo reaccionan las personas ante la opresión y el terror.
-La imagen del colectivo que no para en el pueblo genera algo muy opresivo en la novela...
-La imagen del colectivo me resulta muy convocadora porque tiene que ver con no poder elegir cuando irse. Los únicos que se van son la pareja de turistas, que deciden marcharse caminando. Pero son de afuera. Es terrible. Si el colectivo dejase de pasar, sería una cosa, pero que pase a toda velocidad y a oscuras, como en la novela, lo convierte en algo muy inquietante. El colectivo alude a cómo las pequeñas cosas que hacemos y nuestra historia forman un colectivo. Uno tiende a pensar que tiene influencia en un ámbito muy restringido, pero el ámbito de influencia que tenemos es mayor: somos millones de personas que hacemos cosas todo el tiempo; nuestra influencia es mucho más amplia de lo que creemos, si nos consideramos como colectivo.
-¿Se propuso hacer de la novela un microscopio que permite ver en forma más minuciosa lo que sucedía durante la dictadura?
-Las cosas que pasan en las ciudades son las mismas que pasan en un pueblo, pero lo que pasa es que en el pueblo, reducida la cantidad de actores sociales, eso se evidencia fácilmente. Sí, es como haber puesto un microscopio más cerca de ese lugar de mi novela.
-La dictadura -su novela sería testimonio- llegó a cada rincón del país y generó miedo y silencio en todas partes.
-Me parece que el terror que generó la dictadura militar de 1976 y las consecuencias que trajo sobre la población erean como un pulpo con tentáculos que llegaban muy profundo, a puntos inimaginables. Yo creo que hay una especie de mito que dice que la cosa fue más árida en las ciudades, pero eso tiene que ver con la concentración de gente. En los pueblos chicos pasaban cosas bastabte más espantosas de lo que se cree.
-Uno de los personajes, el abogado Ponce, parece que no le interesa nada, salvo que pare el colectivo, para que se vaya su hermana.
-Es la no acción ante lo que está pasando, que para mí, en realidad, es una forma muy clara de tomar posición. Y eso pasó en la dictadura. Incluso hoy sucede lo mismo. Pensamos que no hacer es mantenerse al margen. Y en esto incluyo a la literatura. El personaje de Ponce me hace pensar en tantas personas que viven la vida como una película, donde ellos son los protagonistas. Creo que Ponce solo piensa en él y en nadie más. Todo lo que pasa en el pueblo cree que se lo hacen a él.
-La esposa de Ponce quiere la represión. ¿Otro símbolo?
-En Marta este modo de ser habla de lo complejas que son las personas, porque si uno ve lo que fue su vida, todo debería inducir a la solidaridad con los otros, y sin embargo, es la más perseguidora de todo el pueblo.
-Sin embargo, muchos personajes se muestran preocupados ante los asesinatos y desapariciones, pero son incapaces de decirlo.
-Hay gente que se preocupa en el pueblo con lo que pasa con las acciones militares allí. Pero sin embargo, no logran, no pueden hacer nada, ni hablar de ello. No es que no quieran hacerlo. No pueden. El horror es así, y con los militares fue el horror extremo, ese tipo de horror genera mudez, destroza el lenguaje, se rompe la posibilidad del lenguaje. Porque el horror destruye algo interno que rompe ese lazo que hay entre la experiencia y el lenguaje. En ese momento aparecen esos espacios de lo silenciado. Es directamente no poder decir nada de lo que pasa."
Hasta acá esta interesante entrevista, pronto haré mi propio comentario sobre esta novela.
prof. Benedicto González Vargas.
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