En el número 107 de la Revista Ventanal aparece una interesante entrevista al destacado escritor chileno Hernán Rivera Letelier
que me parece interesante compartir con Uds., por los vinculos que
ofrece esta breve conversación literaria con la educación.
...
"Piola", como dirían los jóvenes, pero sólido, es este escritor pampino
nacido en 1950. Autor de La reina Isabel cantaba rancheras, Los
trenes van al purgatorio, Santa María de las flores negras, La
contadora de películas y El arte de la resurrección, con el cual
acaba de ganar el Premio Alfaguara. Aún así, no se cree el cuento de la
fama. sólo sabe que es un hombre
sensible que ha aportado (y mucho) al rescate del alma chilena. Por
ello sería justo que fuera nuestro Premio Nacional de Literatura, ¿por
qué? Simplemente porque se lo merece con creces. A ver qué dice a los
profesores...
¿Tiene sentido que un alumno en situación de vulnerabilidad se acerque a la literatura?
¡Por supuesto que tiene sentido! Y no sólo leer literatura chilena, sino
cualquier buena literatura. La persona que comienza a leer un buen
libro no es la misma que lo termina, en el intertanto algo cambió dentro
de ella, algo se metamorfoseo para bien.
"De no haber visto todo
el cine que vi, yo no escribiría como escribo", dijo en una entrevista.
¿Qué otras cosas hizo que lo convirtieron en el Premio Alfaguara?
El deseirto me enseñó a conocerme a mí mismo, a estar conmigo, a
conversar conmigo, a soportarme a mí mismo. Y eso es fundamental para el
artista. Creo que eso le falta a la gente actualmente. ¿Se han dado
cuenta de que cuando llegan a su casa y no hay nadie, lo primero que hacen es prender la televisión, la radio o meterse en internet?
"El pampino es un tipo
que se quedó sin raíces. Estamos condenados a no poder recorrer nunca
más las calles de la infancia", confesó en la misma entrevista. ¿Para
qué las raíces?
Alguien dijo: mi patria es mi infancia, y yo adhiero a esa idea.
Creo que la infancia y el recuerdo de ella es fundamental en el destino
del hombre. A todos aquellos que ya no podrán recorrer las calles y las
plazas de su infancia, les digo que apelen a la memoria,
que la recuerden, que la escriban, que la canten, que la pinten, que la
esculpan. La infancia no debe morir dentro de nosotros.
¿Qué recomienda para alentar a esos profesores que sientesn que es muy difícil fomentar la lectura?
Proveer a la biblioteca de la escuela con buenos libros. Invitar
periódicamente a escritores a conversar con los alumnos. Hacer concursos
de poesía, de cuentos, de fábulas. Leerles o contarles historias. La
clase que nunca he olvidado en toda mi vida,
fue cuando, a causa de un fallecimiento de un papá, no nos hicieron la
clase que nos correspondía y nos leyeron un trozo del libro "Corazón" de
Edmundo de Amicis.
¿Ha tenido contacto con estudiantes en torno a la literatura?
Gracias a un proyecto de responsabilidad social de Soquimich, en estos
cuatro años he conversado con más de 3.000 alumnos de Antofagasta e
Iquique. Muchos estudiantes me han dicho que antes de ir yo a sus
escuelas, pensaban que estaba muerto. Lo mismo que yo pensaba cuando
niño: que todos los poetas estaban muertos.
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