He terminado de leer una obra clásica de la Ciencia Ficción, me
refiero a Estación de tránsito, del escritor estadounidense Clifford D.
Simmak, en su tiempo, fue un narrador bastante conocido y reconocido,
incluso premiado, pero últimamente ha caído en un injusto olvido.
La novela parte de una premisa alucinante: La ciencia está equivocada
y la velocidad de la luz no es la máxima velocidad que pueden alcanzar
los seres vivos (de cualquier especie planetaria). De allí, sin
demasiadas explicaciones, se nos plantea que los seres pueden
trasladarse por el universo a través del uso de estaciones de tránsito
que son capaces de teletransportar toda la esencia de un ser humano
(terrestre o extraterrestre) abandonando siempre el cuerpo anterior, el
que debe ser destruido sumergiéndolo en diversos ácidos mientras en las
respectivas estaciones reciben un cuerpo nuevo y similar, que es
“cargado” con todas las características y consciencia del viajero
estelar.
Ocurre en la novela que tras la Guerra de Secesión norteamericana, un
soldado yankee sobreviviente de ella, es contactado para hacerse cargo
de la estación terrestre. Este soldado sencillo, pero de nobles
costumbres e inquietudes espirituales y estudioso al máximo, acepta que
su granja sea convertida en una estación. Todo exteriormente en la
granja permanece igual, pero a la construcción se le sometió a un
proceso tal que ninguna arma o fuerza humana puede causarle daño. Por
dentro, aparte de las máquinas de teletransporte, ocurre el interesante
fenómeno de que Enoch Wallace, el protagonista, no envejece. Wallace
sale solo una hora diaria a buscar el correo y esa es la única hora en
el día en que envejece. Wallace ya tiene más de cien años y aún sigue
con una imagen de treinta, motivo por el cual los vecinos le temen.
La novela, en la que ocurren pocos hechos, salvo la pérdida de un
místico talismán que mantiene el equilibrio entre las naciones
galácticas, nos plantea la necesidad de reencauzar la vida terrestre y
apegarla a las normas éticas de los mundos evolucionados (1). La
historia se sitúa en la época de la crisis de los misiles de Cuba y el
protagonista debe equilibrar sus emociones y sentimientos entre sus
deseos de conocer esas galaxias lejanas con las que tiene contacto,
proteger su propio planeta y, a la vez, pasar a llevar las normas de la
Federación Galáctica para seguir siendo verdaderamente humano y cumplir
con sus propios valores éticos.
Obra interesante, que vale la pena leer y que nos hacer reflexionar
respecto de la importancia de la amistad, representada en el
extraterrestre Ulises, y la necesidad de conservar la paz y la hermandad
entre los pueblos y las personas.
Muy interesante.
Para leer una versión digital de esta obra, pinche aquí
prof. Benedicto González Vargas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimado visitante, gracias por detenerte a leer y comentar, en cuanto pueda leeré tu comentario y te responderé.