Un anciano cherokee le está enseñando a su nieto sobre la vida. "Hay una pelea dentro de mí", le dijo el joven nieto. "Es una pelea terrible y es entre dos lobos. Uno es malvado. Me llena de ira, envidia, dolor, arrepentimiento, codicia, culpa, arrogancia, autocompasión, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, ideas de superioridad y ego. El otro, es distinto, es bueno, me entrega alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, comprensión, compasión, empatía, generosidad, verdad y fe"
El sabio abuelo le contestó: "La misma lucha ocurre en cada uno de nostros y de las personas que conoces".
El nieto, luego de pensarlo unos momentos, interesado, preguntó:
-¿Y cuál lobo ganará esta batalla?
-El que tú alimentes. Esa fue la sencilla, profunda y sabia respuesta del abuelo.
Lo que me parece extraordinario de esta breve historia es que a través de ella, de esa expresión "el que tú alimentes", nos remite a tomar conciencia de que todo lo que ocurre es nuestra responsabilidad. Si conscientemente nos damos cuenta que vamos por el camino equivocado, que nos produce dolor, que nos hace enfrentarnos a todo el mundo con la sensación de que nadie nos entiende y no nos quieren, alimentamos al lobo equivocado. Si por el contrario, dejamos de darle poder y fuerza, dejamos de alimentarlo y entregamos todas nuestras energías al otro lobo, nuestra vida cambiará de manera radical hacia un polo mucho más feliz, tranquilo, armonioso, y pleno de potencial desarrollo para nosotros. Pero la decisión es nuestra, ¿A que lobo alimentamos?
prof. Benedicto González Vargas
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