martes, 16 de noviembre de 2004

Al rescate de nuestra poesía

Parece un hecho evidente que Chile es un país de poetas. Nuestra poesía ha alcanzado alturas insospechadas y nos ha regalado ya dos premios Nobel. No obstante, pese a ser un genero tan cultivado, carece de editores y, tal vez, de lectores, por eso es que salvo tres o cuatro nombres que representan el máximo esplendor de nuestra lírica, hemos sido incapaces de retener en nuestra memoria colectiva muchísimos otros cuya valía no podemos desconocer. ¿cuántos podrían mencionar tan solo dos nombres de poetas vivos y en plena vigencia creadora? ¿quién es capaz de referir, aunque sea breves noticias, de un Zurita, un Arteche, un Rafide, un Hahn, un Massone o de nuestro puentealtino Cristián Basso? Eso por solo mencionar a algunos de estos locos soñadores que a fuerza de empeños dan a conocer día a día obras suyas y de otros, que publican con esfuerzo y que muchas veces sus desvelos pasan inadvertidos para los medios de prensa, demasiado entrampados en la crónica roja, en el último escándalo de la nobleza, en los líos de los ídolos televisivos de moda o en las volteretas saltimbanquis de los políticos. Un joven puentealtino de extraordinario futuro acaba de publicar Alalia, su primer libro. obra en extremo bella que a fuerza de imágenes plenas de creatividad desmiente su nombre. Pocos, sin embargo, saben de Cristián Basso. Da vergüenza pensar que los propios reyes de España saben más de él que sus vecinos puentealtinos.



Juan Antonio Massone, fervoroso creyente de la palabra hecha verso, por segundo año consecutivo apuesta a la juventud, editando una antología de poesía y cuento que lleva por nombre Le doy mi palabra, para el sello editorial de la Universidad Católica Blas Cañas (1). Sin olvidar nuestros grandes valores,  rescata en otra obra los versos del inolvidable Óscar Castro.

¿Y Arteche? su Fénix de madrugada emprende ya alturas que son capaces de elevarnos espiritualmente si tan solo nos decidiéramos a abrir sus páginas y a dejarnos llevar por lo mejor de nosotros, que está siempre abierto y dispuesto a la poesía. Floridor Pérez es otro grande. Memorias de un condenado a amarte espera, con la paciencia que solo tienen los libros, que nos acerquemos a su encanto.

Lorenzo Aillapán, Leonel Lienlaf y Elicura Chihuailaf nos hablan con la voz ancestral de su raza, que es la nuestra, ¿pero cuántos la escuchan? Ibáñez Langlois, Jorge Teiller, Tomás Harris,  Andrés Morales, Gonzalo Rojas y hasta Eduardo Peralta nos ofrecen en libros frescos su palabra poética. Roque Esteban Scarpa ha cumplido ochenta años sin la zalagarda innecesaria para un poeta de alto vuelto. lo decimos sin temor: la poesía chilena es mucho más que Nicanor Parra, cuyo aporte es innegable, pero que es solo una propuesta más entre muchas otras interesantísimas y válidas. Merecidos tiene todos los homenajes que le han hecho, pero mejor sería que sus miles de seguidores penetren en la profundidad de sus versos más logrados y se sacudan el chiste y el artefacto ingenioso, pero superficial.

Mientras tanto, Matías Rafide hacía poesía en Egipto y Zurita, en Italia. Da pena ver a nuestros jóvenes tan desprovistos del alimento espiritual que solo puede dar la poesía, comentando los últimos capítulos de una telenovela que no resiste el menor análisis estético y que tan poco deja nada, pues a los dos meses la olvidan fácilmente; lo que explica que los guiones se repitan una y otra vez.

Rescatar nuestra poesía es rescatar nuestra propia alma, La parte más difícil ya está hecha: tenemos grandes creadores, faltan espíritus valientes capaces de romper el círculo vicioso y entrar en esos versos que, les aseguro, no les defraudarán.

prof. Benedicto González Vargas


publicado originalmente en el periódico El Coirón cordillerano, Puente Alto,  8 de octubre de 1994.

2 comentarios:

  1. Cristián Basso, dice:
    16 noviembre 2004

    Cuando uno lee estas palabras, queda nada más que recibirlas con gratitud. Me encantará seguir leyendo sus artículos. Lo invito a concoer mi blog: www.cristianbasso.blogspot.com Saludos cordiales.

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    1. prof. Benedicto González Vargas, dice:
      17 noviembre 2004

      Hola, Cristián, gusto de saber de ti después de tantos años que no te veo. Un abrazo a la distancia, Benedicto

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