En verdad los libros para mí
no son libros, son seres vivos. He leído mucho, he leído mi vida entera, desde
que aprendí a leer. Casi diría que no he hecho otra cosa. Los demás pasean, van
al teatro, juegan en las carreras, en el casino, en los garitos o en las casas,
se les ve en las cantinas, en las tertulias, en los banquetes o reuniones, se
casan, se descasan y vuelven a casarse; hacen visitas, reciben visitas, bailan,
cantan, beben, dan exámenes, toman exámenes. Yo he preferido a esas vanidades
la del vivio impune: la lectura. No por figurar ni subir. Por gusto, porque me
causa placer".
Así explicaba su relación con la
lectura ese gran crítico literario, biógrafo, ensayista, poeta y novelista que
fue Hernán
Díaz Arrieta, Alone, y que llenó durante más de medio siglo, con su pulcra
pluma, los mejores espacios de la crónica literaria en "La Nación",
"El Diario Ilustrado", "La Unión" y "El
Mercurio". Nació en Santiago el 9 de mayo de 1891 y realizó sus primeros
estudios con profesores particulares, luego ingresó al Seminario de Santiago,
donde sólo cursó primer año de humanidades, para seguir después en un liceo
comercial. Posteriormente ingresó a trabajar como escribiente en el Registro
Civil de Santiago, servicio en el que jubiló como Director en 1931.
Junto con
sus actividades laborales, Díaz Arrieta ocupaba todas sus horas libres en
prepararse a sí mismo en la Biblioteca Nacional, donde se lo leyó todo.
Asimismo colaboraba con las revistas "Selecta", "Zi Zag",
"Sucesos", "Pluma y Lápiz" y "Pacífico Maazine".
Fue en 1947 cuando asumió su memorable columna se crítica literaria en "El
Mercurio", donde firmaba con su célebre pseudónimo Alone, la que mantuvo
hasta poco antes de su muerte y en la que se constituyó como el mayor crítico
de la literatura nacional, siendo un verdadero barómetro de nuestras letras.
Como escritor, publicó Prosa y Verso
(1912), La sombra inquieta (novela,
1916), Portales íntimo (1930), Las cien mejores poesías chilenas
(1937), Leer y escribir (1962), Los cuatro grandes de la literatura chilena (1963),
Antología del árbol (1966) y su
monumental Historia personal de la Literatura Chilena
(1954), entre otras.
Por sus grandes méritos como divulgador de la buena
literatura, Alone recibió el Premio Nacional en 1959 y un Doctorado Honoris
Causa de la Universidad de Chile en 1976. Además de múltiples premios y
reconocimientos. Dejó de existir el 24 de enero de 1984, dejando vacante su
cátedra en El Mercurio, la que, desde que se fue, no ha vuelto a alcanzar esa
mezcla de erudición, fineza de estilo y espíritu que sólo él pudo impregnar en
la crítica literaria. Es que Alone vivió para las letras, para su "vicio
impune".
prof. Benedicto González Vargas
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