jueves, 10 de julio de 2014

El sueño del canelo sagrado, de Eduardo Yentzen

Hace algún tiempo llegó a mis manos esta novela cuyo público lector objetivo es infanto juvenil. La obra, que se presenta como novela ecológica, nos plantea la necesidad del cuidado de la naturaleza, más allá de los incentivos económicos y los afanes de lucro, pero lo hace mostrándonos el contraste de la vida de la ciudad y la que se lleva en el campo, ésta última, mucho más vinculada a la libertad y a las fuerzas benéficas que provoca el equilibrio y respeto por cada ser vivo con el que compartimos en nuestro planeta.


La historia se inicia en el departamento del profesor Esteban García, en la Villa Frei, donde él vive junto a su familia, feliz de haber hecho su vida en la ciudad porque, aunque él viene del campo, siente que todas las posibilidades de desarrollo están en los centros urbanos y no en el mundo rural. Sin embargo, pronto la vida lo llevará a afincarse en pleno campo, ya que ha sido enviado como profesor rural. Sus hijos no pueden creer que la TV ya no volverá a ser su compañera permanente.

Luego del impacto inicial, que fue duro para don Esteban y sus hijos, los que prácticamente se enferman al no tener las comodidades y juegos de la ciudad, la familia poco a poco va disfrutando las bellezas del campo y muy pronto los niños conocen un bosque donde los canelos sagrados de los mapuches imponen su presencia cargada de años y sabiduría.

La explotación irracional de los bosques, los intereses económicos, las pusilánimes e interesadas acciones de los políticos de turno, la falta de apoyo para defender a la naturaleza, por un lado, pero la transparencia de las decisiones infantiles, la ayuda mágica de la sabiduría mapuche y sobre todo la justicia de la cruzada emprendida, por otra parte, van configurando una historia a la vez sencilla, pero atrayente. 

Qué duda cabe que esta obra no busca boatos lingüísticos ni literarios, su interés se centra en la entrega de un mensaje que, a más de veinte años de haber salido de las prensas, no sólo está más vigente que nunca, sino que, fundamentalmente, lo que ayer parecía una posibilidad que habría que amenazaba el futuro, hoy es una urgencia que debemos enfrentar.

Ignoro si hay otras ediciones distintas de la de Paesmi en 1991 o si ésta se encuentra disponible en el mercado, pero hoy con tantos medios digitales a nuestra disposición y creyendo en la necesidad de difundir este mensaje de respeto a la naturaleza, bien podríamos pedirle a Eduardo Yentzen, su autor, destacado maestro de desarrollo personal y destacado columnista y escritor de temas vinculados a la vida sana y la espiritualidad, que le regale a nuestra sociedad una edición digital de esta obra llamada a despertar conciencias y mover corazones.

prof. Benedicto González Vargas

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