viernes, 17 de enero de 2014

Lota sobre la tierra, de Reynaldo Lacámara

He tenido la oportunidad de sorprenderme con un poema de alto vuelo de Reynaldo Lacàmara que nos permite evocar lo que fue la vida de los mineros del carbón en la ciudad de lota, en la VIII Región de Chile.

De entre mis recuerdos de niñez y juventud no puedo dejar pasar que en muchas ocasiones la televisión y la radio, cada cierto tiempo, entregaban angustiantes noticias sobre la tragedia acontecida en dicha zona, explosiones de gas grisú, muchos mineros muertos y la dureza de un trabajo que, no obstante, era tan necesario, que había impulsado el progreso del país en el siglo xix y hasta mediados del xx. más tarde, en los cuentos de Baldomero Lillo, encontré las historias que para sirvieron para contextualizar la esforzada vida de lota. sin embargo, nunca encontré en otros soportes literarios (drama o poesía), una experiencia  estética que me permitiera evocar aquellos recuerdos con tanta fuerza como me ocurrió con Sub Terra; eso, hasta ahora.

En efecto, aunque las minas se cerraron por allá por la década del 90, el recuerdo amargo de las historias lotinas pervive en un recodo de mis experiencias afectivas, aunque nunca tuve vinculación directa con ellas, esas historias siempre mi impresionaron. y reitero: no había encontrado, más allá de la narrativa, en la literatura, otra evocara que convocara dichos recuerdos, pero Lota sobre la tierra, de Reynaldo Lacámara, es un texto de verso potente, pero a la vez sensible. que no solo evoca, sino que invoca y convoca la vida misma de aquel entorno vinculado para siempre al brillo oscuro del carbón. en palabras del poeta Aristóteles España, esta obra "quedará en la historia de nuestra poesía como un aporte al rescate de las luchas del mundo de los oprimidos en un tiempo como el actual donde los vates están ensimismados con la palabra pero no con la emoción".

Recorriendo sus páginas, encuentro versos tan profundos y evocadores como estos:

De la piedra se desprende una silueta:
era el hombre hecho humo.
de la profundidad
donde asciende desplomándose
como si toda la tierra fuese fragua
con el corazón rojo
y la piedra de los años.
Abajo, allá abajo, 
a 500 años de distancia,
la luz de un minero
va encendiendo su fragua.
Luis Cunahuel,
Pedro Ñeuquil,
Juan Lámpara.
yo los nombro
para que vuelvan
aún bajo la tierra
cubiertos por agua y carbón.

Estos versos, me parece, dan cuenta del profundo sentido de esta obra y del alto vuelo poético que la constituye. es un poema doliente, que va armando sus versos desde los dolores del oficio, desde el sacrificio, desde el hambre, desde la humedad y la tragedia. Chile cimentó su crecimiento industrial en el carbón y eso, el poema lo recuerda en forma nítida:

Chile
ha sido un barco
navegando extensamente
con sus motores llenos de carbón.



Imagino que no será fácil conseguir un ejemplar de esta obra editada por Del Gallo en 1999, pero yo me la encontré en un cajón de libros de oferta y, la verdad, a veces solo hace falta hurgar no en los elegantes anaqueles de las librerías, donde hay libros encuadernados y con letras brillantes, sino en los cajones bajos, donde conviven hacinadas humildes experiencias literarias de primerizos y poemas inmortales, como este de Reynaldo Lacámara.


prof. Benedicto González Vargas

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