sábado, 8 de agosto de 2020

Una actividad de clases


Durante el extenso periodo de doce o más años que llamamos etapa escolar, nuestros estudiantes, hijos, nietos, familiares y amigos en general -así como también nosotros lo hicimos en nuestra época-, crean decenas y hasta centenares de textos de distinta índole y género en las diversas asignaturas que comprende el plan de estudios. Muchas de esas creaciones son absolutamente originales, están fundadas en las experiencias, necesidades, gustos, anhelos y proyecciones de nuestros niños y jóvenes. Vale decir, representan parte de su vida e intereses, lo que las hace de suyo relevantes, pero en muchas ocasiones, sino en todas, dichas creaciones se pierden, no queda registro de ellas y prontamente se olvidan. Casi nunca los padres tienen siquiera la oportunidad de visualizarlas.

Eso, precisamente, hicimos en una clase de Lenguaje en Octavo básico, a mediados de 2019, durante el primer semestre, usando como modelo la Oda a la alcachofa, de Pablo Neruda, intentamos transmitir la intención comunicativa de este subgénero lírico y creo que lo conseguimos, aunque haya poemas "que pidieron prestados" algunos versos a Neruda, hubo otros que son totalmente originales, pero todos demuestran que el objetivo de la clase se cumplió.

Indudablemente, habrá personas que, con argumentos académicos, estéticos, pedagógicos y hasta administrativos, dirán que son obras que carecen de un valor por sí mismas, que solo son ejercicios de apresto, de desarrollo o instrumentos evaluativos que agotan su finalidad con la calificación del docente. Algunos más severos rasgarán vestiduras hablando de plagio. Permítanme discrepar de ello. Es más, con todo respeto afirmo que entender estas creaciones solo como un mero ejercicio evaluativo, más o menos logrado, es de una evidente miopía y revela que, tal vez, no es tan cierto cuando afirmamos que que queremos darle significación a lo que nuestros niños y jóvenes hacen y dicen.

Es cierto que estos sencillos poemas carecen de técnica, calidad o ese pretencioso boato lingüístico que algunos tanto aplauden y buscan. Su valor no es literario y su valor evaluativo ya fue registrado en un libro de clases. Pero hay un valor empírico que estamos perdiendo de vista, estos textos son una ventana que nos permite conocer, de primera fuente, algunas de las impresiones, gustos, saberes y experiencias de estos jóvenes escritores. Ni siquiera ellos mismos sospechan que el registro y preservación de estos textos es una muestra de respeto, de aprecio, de valor, de significación y de amor por las producciones que ellos nos entregan. Con el tiempo, para muchos de ellos, adquirirá incluso, un valor emocional, afectivo, cuando pasados los años, en medio de los fragores de la vida, recuerden su etapa escolar y de seguro, más de alguno de ellos, busque en su biblioteca, en sus archivos o en su cajita de recuerdos, este libro con un sencillo poema al que "su" escuela supo asignarle valor y reconocimiento.

prof. Benedicto González Vargas

Entrada relacionada:

Nuestras odas, libro de poemas de un Octavo Básico

GRACIAS POR PINCHAR LA PUBLICIDAD EN ESTE BLOG



1 comentario:

  1. Este profesor le dijimos que un alumno había copiado la oda a la alcachofa de Pablo Neruda sola mente le cambio algunas palabras (alcachofas por palta) el profesor no hiso nada cuando casa uno deveria haber hecho cada uno su propia oda. daniel mosqueira

    ResponderEliminar

Estimado visitante, gracias por detenerte a leer y comentar, en cuanto pueda leeré tu comentario y te responderé.