La novela, ambientada en un prostíbulo en decadencia en el ya decadente pueblo, se nos presenta en una narración que se entrega dos tiempos distintos: por un lado, se nos relata el último día de vida de Manuela, una travesti que se ha constituido en la obsesión de Pancho Vega, un camionero de la zona, y por otro lado, se vuelve a la noche en la cual Manuela se instala por primera vez en el prostíbulo y cómo se convierte en la co-propietaria de él.
La novela inicia aquella
agria mañana en que Pancho Vega, criado en el fundo del todopoderoso Alejo Cruz,
propietario de los viñedos que dominan la zona, vuelve al pueblo del que ha estado ausente algún
tiempo. Manuela está asustada con la llegada de Vega al pueblo, pues sabe que
su vida corre peligro, sin embargo igual busca arreglar su vestido rojo, mismo
que le había destruido el camionero. Al salir a comprar hilo para coser y
remendar, se encuentra con el dueño del fundo, el senador don Alejo Cruz, quien
le anuncia que irá al prostíbulo para conversar con la hija Manuela, apodada la
Japonesita. Manuela le pide ayuda, pero don Alejo la tranquiliza diciéndole que
nada le ocurrirá.
El tal Vega nació
y creció en el fundo de don Alejo y ahora tiene una deuda con el patrón, puesto
que le prestó dinero para comprar el camión con el que se gana la vida. El ex
inquilino hace unos meses que no paga dicha deuda y don Alejo ha intervenido
para que los fundos vecinos no le den trabajo. El poderoso patrón humilla
públicamente a Pancho Vega por las deudas y ello motiva a Octavio, cuñado
del camionero, a prestarle el dinero para que pague toda la deuda una sola vez.
Hacia la
mitad de la novela, el narrador incorpora escenas retrospectivas que nos
permiten saber cómo fue la llegada de Manuela al pueblo. La Japonesa Grande,
dueña del prostíbulo, la contrata para la fiesta en que se celebra un triunfo
electoral del patrón don Alejo. En tal festejo, la Japonesa Grande y Manuela
consiguen la propiedad del burdel gracias a una apuesta con don Alejo, que
consistió en que la experimentada prostituta regenta lograra tener una relación
con Manuela, travesti al que no le gustan las mujeres. De esa relación entre la
Japonesa Grande y Manuela nacerá la Japonesita, quien hereda su parte de la
madre y regenta el prostíbulo con decisión y autoridad.
Novela
plena de simbología, a partir de la cita del Fausto, el prostíbulo se
constituye en el centro del infierno, con polaridades trascendentales
invertidas, donde el diablo que todo lo controla es el propio senador Cruz y la
víctima del sacrificio es la travesti Manuela (inversión evidente del nombre de
Jesús –Emanuel, Manuel). Los colores, los elementos nombrados, los animales, las
circunstancias contextuales, las descripciones, incluso, todo está impregnado
de una fuerte simbología que permiten la identificación del prostíbulo en forma
particular, y del pueblo en general, como el lugar sin límites, el infierno…
Novela interesante, dura, dolorosa, imprescindible.
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prof. Benedicto González Vargas
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