sábado, 21 de enero de 2023

Tuca, de Fabián Casas, poesía de lo cotidiano.

 


Después de muchos años encontré un libro de poesía que siempre quise leer, fue en 2007 cuando publiqué un comentario de Juan José Santillán, de revista Ñ,  sobre el poemario Tuca, de Fabián Casas, desde allí que empecé a buscarlo sin éxito. Hace poco tiempo, buscando otra cosa en la web, di con el portal de la Editorial Yerba Cartonera, de Bolivia y allí, entre los textos de libre consulta y descarga, estaba Tuca. 

Es un poemario brevísimo de unos 15 poemas, casi todos breves, que leí con deleite un par de veces hace algunas noches. Releí el texto que había subido a este blog hace algunos años y le agregué el enlace a la versión de Yerba Cartonera, pero no puedo dejar pasar la ocasión de escribir mi propio comentario:

Enfrentarme a Tuca, el pequeño libro de Fabián Casas que, entiendo, fue su obra de entrada al mundo literario, fue un placer enorme, no solo por la belleza y fuerza que tienen los versos en su levedad, sino por el encuentro de situaciones en las cuales pude reconocer que había elementos de mi propia biografía, como los recuerdos infantiles y algunas situaciones de la adultez. Fotografías, radios, vías de trenes, monedas, botellas vacías, espejos, películas, heladeras, baldosas...esos son elementos importantes en las estructuras poéticas de esta obra, limpia y pura poesía de lo cotidiano en que se aprecian sentimientos y emociones que se dejan entrever sin acosarnos, son una muestra que nosotros calificamos, que no vienen cargados de enojo, dolor, tristeza, nostalgia y otros sentimientos o emociones similares porque, aunque estando presentes en el texto, el autor se las arregla para mostrarlas, no imponerlas y eso, sin lugar a dudas, es difícil en poesía.

El ibro se abre con la notable cita de Tita Merello: "El ejécito más poderoso del mundo lo forman los pobres, los enfermos y los desesperados" ¡cómo no vamos a reconocer nuestra propia identidad latinoamericana allí! Luego, un poema brevísimo, de una profundida y unos ecos enormes:

También tuvimos una guerra. 

Ahora somos parte de Hollywood. 

Ese chico con la cabeza vendada, que antes era Roli, 

dice llamarse Apollinaire.

Imposible no recordar mis tiempos de secundaria cuando seguíamos por radio y televisión la Guerra de las Malvinas, tan imposible como inesperada. Tan trágica como innecesaria. Tan lejana, pero tan cercana a la vez, porque Chile también estaba en conflicto con Argentina y la sombra de la guerra se hacía notar por todas partes.

Veamos otro poema:

La radio anuncia precipitaciones aisladas 

ningún parte sobre mi corazón. 

Sólo precipitaciones aisladas, 

un frente de frío que avanza 

sobre la ciudad donde vivo. 

Un pronóstico del tiempo, una radio, el maetrial necesario para construir este bello poema que no nos habla de trsiteza, pero nos deja la imagen de un corazón que parece estar también entre el frío y las precipitaciones aisladas.

Como ya saben muchos, soy hijo de ferroviario. En la casa de mi niñez las vías férreas pasaban a un metro de la puerta de salida. Y en el recinto de la Estación Padre Hurtado, cinco vías se entrecruzaban en los patios de andenes para atender el tráfico ferroviario. Aunque lo tenía prohibido por mis padres, yo también jugué este juego y confieso que ahora, luego de leer el poema, tentado estoy de ir depositar una moneda a la hora en que pasan los trenes. Vayamos a este hermoso poema:

Paso nivel de Chacarita

Los chicos ponen monedas en las vías, 

miran pasar el tren que lleva gente 

hacia algún lado. 

Entonces corren y sacan las monedas 

alisadas por las ruedas y el acero; 

se ríen, ponen más 

sobre las mismas vías 

y esperan el paso del próximo tren. 

Bueno, eso es todo.

Y en esta poesía de la vida misma, la madre y el padre no están ausentes. Aunque se haya ido, la madre está siempre presente:

HOY MI MADRE TENDRÍA QUE CUMPLIR 48 AÑOS

Hoy mi madre tendría que cumplir 48 años; 

pero hace tres que está bajo tierra 

en un cementerio de los suburbios de la ciudad. 

Aún así, las cosas persisten en crecer. 

El sol arroja sus arpones amarillos 

a través de las nubes, 

Los chicos juegan en los parques sus juegos de siempre 

un satélite ruso se estrella en París; 

y yo me paro algunos días frente a su tumba 

y me doblo con las flores en la boca del viento


SUENA EL TELÉFONO Y ME DESPIERTA

Suena el teléfono y me despierta. 

Es mi padre. Quiere que vaya a visitarlo. 

Mientras lo escucho me refriego los ojos 

y miro a través de la ventana 

que semiabierta deja entrar el resplandor del sol. 

Quedamos en vernos a las doce. Corto. 

Dentro de un rato me vestiré y saldré a la calle, 

pensaré algunos temas para hablar mientras comemos, 

porque no me gusta, 

no me parece bueno, 

quedarme callado cuando estoy con mi viejo.

Como puede apreciarse, este poemario es la vida misma. Es breve, sencillo, sin boatos lingüísticos, con temas tan cotidianos como reconocibles en nuestra propia existencia. Un poemario recomendable siempre, imperdible. Gracias Yerba Cartonera por permitirme leerlo. Dejo el enlace a todos ustedes.

Tuca, de Fabián Casas en Editorial Yerba Cartonera. Bolivia, 2014.

Benedicto González Vargas

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