Si queremos generar una Educación para el
Emprendimiento, ésta debe sustentarse en una plataforma que aborde tanto lo
curricular como el capital humano que se incorpore a los colegios. Esto es,
desde un punto de vista académico, generar un hacer pedagógico que incorpore
contenidos, metodologías y prácticas en tres áreas claramente determinadas,
ellas son:
- Actividades Académicas Generales.
- Actividades de Libre Elección
- Orientación y Consejo de Curso.
Para ello se requerirá interpretar los
programas de estudio especialmente desde una nueva dimensión metodológica que
incorpore una visión relativa a generar actividades desencadenantes de
aprendizaje que promocionen, impulsen, valoren y destaquen el emprendimiento
personal. Por lo anterior, es necesario incorporar en cada planificación de aula de
las unidades de estudio, actividades que cumplan con tal requisito. Vale decir,
potenciar una libertad guiada para que los estudiantes propongan sus propios
proyectos de trabajo. Esto implica que en una primera etapa los docentes
deberán reforzar metodologías y formas de estudio que desencadenen las
conductas que se requieren en los alumnos, especialmente aquellas vinculadas
con la investigación y la creatividad personal, sin olvidar el análisis crítico
de la información y el procesamiento ético de ella.
Al respecto, experiencias
innovadoras en extremo -que sólo menciono con afán ilustrativo- plantean
incluso espacios en que los alumnos participan en la planificación de las
unidades de aprendizaje. Vale decir, a partir de los contenidos y objetivos
formales que contiene el Programa de Estudios, el docente en conjunto con sus
estudiantes diseñan las actividades que permitan alcanzar los logros esperados.
Por otra parte, no debe olvidarse una decisión impostergable para los colegios
modernos es fomentar las aulas virtuales en su página web, lo que no se ha
desarrollado del todo, seguramente por una falta de incentivo, más que por un
tema de experticia.
Indudablemente en estos tiempos hablar de emprendimiento y
de capital humano, implica incorporar las TIC en forma más amplia a la actividad
escolar. En el ámbito de las actividades de Libre elección, es necesario
incorporar aquellas que, a partir de un contenido interesante, que pueda
mostrar logros prácticos, se implementen nuevos cursos donde la creatividad, el
emprendimiento y el desarrollo de las capacidades intelectuales vayan de la
mano de una praxis que haga más significativo el proceso de aprendizaje. Sin
lugar a dudas, en esta área también es importante ir entregando los
conocimientos teóricos y prácticos que requieran los talleres en cuestión, pero
sin olvidar que debe existir mayor dinamismo en el enfoque. Ello implica, un
cambio urgente en la forma de selección de las actividades complementarias, ya
que uno de los puntos más débiles es, precisamente, el hecho de que se centran
casi exclusivamente en lo deportivo y artístico (lo que no está mal), pero no
hay experiencias innovadoras vinculadas a un área más académica y donde las
hay, suelen ser repeticiones de los métodos y estilos de las clases generales
cuando no terminan siendo preparaciones de SIMCE y PSU.
Es importante consignar
que los docentes debieran participar presentando proyectos de actividades de
libre elección en los que puedan explicitar los vínculos que el curso propuesto
tenga con la cultura emprendedora que se requiere implementar y cuáles serán
las actividades que dicha propuesta de implementará para impulsarla. Desde esta
perspectiva, es urgente que estas actividades que ocupan parte del horario de
libre disposición de los colegios, también se hagan cargo de las siguientes
necesidades educativas que el siglo XXI impone a cualquier proyecto educativo
que pretenda verdaderamente desarrollar competencias necesarias para la vida
moderna:
- Alfabetización digital.
- Mayor y mejor práctica del inglés.
-
Formulación y gestión de proyectos.
- Liderazgo.
- Práctica creciente de
virtudes democráticas.
Desde el área de la orientación y el Consejo de Curso,
se deben potenciar los siguientes valores a la luz de una cultura emprendedora:
- Pasión
- Perseverancia.
- Paciencia
- Prudencia.
- Práctica.
Ello implica
fomentar un sentido de misión vinculado fuertemente al impacto social que tiene
la energía emprendedora, a la importancia de la calidad y la impecabilidad en
los haceres, incentivar el orden, el rigor y la disciplina que son las
prácticas básicas que permiten transformar la energía humana en invención y
transformación de mundos y desincentivar definitiva y explícitamente:
- La
desconfianza.
- La soberbia.
- El autoritarismo.
- El escepticismo.
- El
machismo y el feminismo.
- La intolerancia.
- El clasismo.
Ello implica una
práctica permanente de las habilidades sociales de liderazgo y participación
democrática, vale decir sujetos responsables de sus actos, conscientes de las
causalidades que desencadenan, informados, críticos y opinantes.
En cuanto al
capital humano que se vaya incorporando a los colegios a ejercer la función
docente, la administración de ellos deberá trabajar y afinar perfiles docentes
que se hagan cargo de las definiciones arriba mencionadas, explicitándolos en
el momento de solicitar la contratación de nuevos docentes o monitores y
exigiendo a quienes se incorporen a dichas funciones la práctica efectiva del
sello educativo que se busca implementar. Ello, indudablemente, implica
disponer en los presupuestos venideros los recursos necesarios que permitan la
implementación de este sello emprendedor, tanto en la infraestructura
requerida, como en la contratación de personal, y en la implementación de
una capacitación (seminarios, talleres, cursos y charlas) que enseñe y estimule
a los docentes a participar e impulsar el cambio descrito.
Indudablemente,
deberán generarse también las necesarias adecuaciones para que la cultura del
emprendimiento también pase por la participación de los docentes y sea una
realidad no sólo académica, sino que un verdadero estilo de trabajo al interior
de las instituciones, adecuando las funciones y las personas, así como los
incentivos correspondientes, con la intención de que los cambios no sólo sean
una sugerencia en el papel, sino que una práctica comprobable en todos los
niveles de las unidades educativas. Las instituciones que voluntariamente
asuman este desafío podrán decidir si su implementación será gradual o radical,
de acuerdo a sus propios ritmos y posibilidades, pero siempre acotada a plazos
y fórmulas conocidas aunque flexibles, con claridad de objetivos, cronograma y
recursos humanos involucrados.
Verdaderamente creo que en medio de la crisis
educativa en la que estamos inmersos, hay que subirse definitivamente al carro
de la modernidad. El tema de la cobertura educacional, que fue la gran
necesidad del siglo XIX y principios del XX, ya se alcanzó. El tema de la
calidad, que debió copar nuestras inquietudes en la segunda mitad del siglo XX,
lo seguimos reprobando. El problema es que ahora, en el siglo XXI, ya debemos
ocuparnos de la Alfabetización Digital y no tenemos tiempo -ya lo perdimos- en
seguir la secuencia lógica antes descrita.
Una verdadera Educación para el
Emprendimiento nos abre la posibilidad de avanzar en ambos temas a la vez.
prof. Benedicto González Vargas
publicado originalmente en mi
blog de Atinachile el 21 de noviembre de 2006
texto preparado para el Consejo directivo del Colegio Alexander Fleming.
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