Desde hace algún tiempo los teóricos más
avanzados en el área de las Ciencias Sociales y la educación han venido
insistiendo en la necesidad de transmitir a los jóvenes que se encuentran en
nuestra educación formal, así como a sus padres, apoderados y docentes, la
importancia que tiene para sus vidas el hecho de plantearse los cambios
profundos que están ocurriendo en el mundo laboral y la incidencia que ello
tiene en las definiciones vocacionales de los jóvenes. Especialmente importante
es para las instituciones que, como la nuestra, forman alumnos para continuar
estudios en la Educación Superior, toda vez que dicha formación debe ir cada
vez más acompañada de crecientes cuotas de "Formación para el
Emprendimiento", ya que en el mundo en que el que trabajarán los
egresados de la Educación Superior es diametralmente distinto al que conocemos
nosotros y han conocido nuestros padres.
Un texto señero y clásico al respecto -y que ningún actor del proceso educacional puede eximirse de conocer- es el
ensayo El espíritu Emprendedor y la vida Wired de John Gray y Fernando Flores, dado a conocer en Londres el año 2000. En este notable documento se examinan
los procesos laborales que ya se están viendo en Estados Unidos y Europa y cómo
esto implica el fin de las carreras profesionales de la forma en que las
conocemos hoy. Por otra parte, nuestro Ministerio de Educación ha estado
trabajando en el tema, aunque muy lentamente, pero ya ha dado algunos pasos
para incorporar contenidos de emprendimiento en los currículos educacionales
desde la enseñanza Básica. A nivel de Gobierno, el Ministerio de Economía
definió ya en 2002 una estrategia nacional para desarrollar la innovación y
generó toda una planificación orientada a impulsar el desarrollo de acciones en
dicha área. La Cumbre APEC de 2004 también insistió en este tema y en nuestro
país luego y apropósito de ella se definió que "para lograr establecer una
cultura emprendedora en el país hay que desarrollarla tanto en el entorno, como
en el ámbito personal, abarcando todos los niveles de educación, con el
propósito de convertir a la educación como el eje del desarrollo nacional".
Indudablemente cualquier reflexión sobre el Capital Humano en nuestro país no
sólo pasa por mejorar las metodologías de enseñanza y aprendizaje en nuestras
aulas, amén de las estrategias de evaluación, sino que además y fundamentalmente
por ampliar la relación existente entre la vida escolar y la vida real que
deberán enfrentar nuestros estudiantes, en definitiva, se trata de mejorar las
habilidades necesarias para desenvolverse en un mundo altamente globalizado y
tecnologizado. Lo único claro del futuro próximo es que será esencialmente
cambiante y si la educación es la depositaria de las tradiciones nacionales,
del sentido de identidad y pertenencia y, a la vez, el motor generador de la
formación que luego será necesaria para encontrar una plaza productiva en la
sociedad, si la educación siente como suyas las responsabilidades que tiene en
formar jóvenes con valores que puedan desplegar en la familia, el trabajo y la
sociedad, es un deber moral irrenunciable trabajar en aquellas áreas relativas
a la capacidad de disciplina y emprendimiento, a la autonomía, al aprecio por
la libertad, a la honestidad y sus compromisos con la paz y la convivencia
democrática.
En este sentido, cualquier aporte que hagan las instituciones
educativas debe traducirse en una práctica habitual de sus instancias
superiores, pues el emprendimiento debe y puede enseñarse a nivel teórico y
práctico, pero sólo será comprendido y valorado si se encuentra en un entorno
en que sea práctica habitual y aceptada. Ya hay hoy en Chile algunos programas
piloto en esta área, cito por ejemplo el programa Apoyo a la Creación y
desarrollo de empresas innovadoras, que en uno de sus apartes trata el tema "Educación para el Emprendimiento", que establece estrategias para fomentar una
cultura del emprendimiento en la educación chilena. Para hacerlo realidad, se
ha tomado contacto con la Unión Europea a fin de capacitar docentes que puedan
luego producir materiales educativos al respecto. En el área de la Educación
Tecnológica, ya se han planteado estrategias y programas de trabajo. Todo ello
debido a que los propios programas de estudio de esta asignatura, especialmente
en el área transversal, son muy propicios para trabajar estrategias de trabajos
colaborativos a partir de unas normas éticas y disciplinarias que están
explicitadas en estos documentos.
No obstante, no sólo en los programas del
sector educación tecnológica es posible encontrar esto, una lectura detenida de
los Objetivos Fundamentales y Contenidos mínimos de la Educación Media, el
famoso decreto 220, sienta las bases para implementar a nivel transversal todas
estas prácticas. Cuáles son las conductas que, a mi entender, debe potenciar
una educación para el emprendimiento:
a) Planificación
b) Flexibilidad
c)
Autoconfianza.
d) Responsabilidad.
e) Trabajo colaborativo.
f) Búsqueda de
soluciones.
g) Capacidad de persuasión.
h) Asertividad.
i) Talento creativo.
j)
Equilibrio entre riesgo y prudencia.
Todo ello debe implementarse en Educación
y me parece que nuestro Ministerio de Educación ha hecho muy pocos avances al
respecto, sería necesaria una actitud más proactiva de las autoridades
educacionales para abrir estos espacios y generar la batería de descriptores y
metodologías prácticas que requiere este cambio educacional, si lo hacemos, si
somos capaces, estaremos verdaderamente liderando la más grande revolución
educativa de la historia de Chile, si no somos capaces, nos quedaremos en
cambios cosméticos que apenas disimulen nuestras graves dificultades en cuanto
a la calidad educativa.
prof, Benedicto González Vargas
publicado originalmente en mi blog de Atinachile el 16 de
noviembre de 2006. Preparado para el Consejo Directivo del Colegio Alexander Fleming.
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