Reflexionando sobre el uso del power point en clases y
buscando algunas experiencias que apoyaran o refutaran determinadas ideas que
me surgieron sobre el tema, encontré este interesante y simpático texto: Sleeping Through PowerPoint que
nos muestra claramente algunos vicios en el uso de esta extraordinaria
herramienta. En efecto, como en todas las cosas de la vida -y como ocurre con
todas las herramientas- la utilidad de ella no va a radicar tanto en sus
propias potencialidades como en el uso que de ellas hagan quienes las utilizan
y aquí es donde el power point en educación puede llegar a convertirse en un
héroe o un villano.
Para intentar ordenar mis ideas diré que el power point es, en mi opinión, una herramienta extraordinaria y que tiene en Educación, al menos, tres usos:
a) Como material audiovisual de apoyo a una clase presencial.
b) Como material audiovisual de apoyo a una clase a distancia
y
c) Como material audiovsual de apoyo a un texto expositivo de
estudiantes.
En el primer caso, creo que todos hemos asistido a
presentaciones notables que sirven de soporte extraordinario a una clase
extraordinaria. Cuando el power point es usado como el apoyo audiovisual que
es, cuando el contenido y diseño de las diapositivas son el perfecto
complemento de lo que el docente expone o de lo que estudiantes analizan, las
potenciales educativas del power point se despliegan alcanzando diversos
estilos de aprendizaje y variados tipos de inteligencia. Multiplica
exponencialmente las posibilidades para que una clase logre calar en los
alumnos. Pero, por por otra parte, todos hemos visto usos en los que más nos
valdría estar durmiendo una grata siesta que asistiendo a una verdadera tortura
audiovisual. Permítanme compartir una experiencia personal: Nací en 1965 e
ingresé a clases en 1972 (primero básico). recuerdo haber tenido inolvidables
profesores, pero también tuve algunos a quienes les faltaba pizarra para escribir.
Y sus clases se reducían a llenar pizarras de textos sacados casi literalmente
de libros. Esas clases no me gustaban ni me servían. Con el tiempo, conocí
docentes que hacían clases con retroproyectores y era lo mismo que antes.
Llenaban de texto las transparencias de los retroproyectores. No sé si alguno
de ellos aún dará clases y tampoco sé si de ser así, usen power point. Pero
estoy tristemente seguro que, de usarlo, seguirán con sus mismas clases, con
sus densos textos y su escasa creatividad haciendo perder el tiempo a sus
estudiantes. Insoportable.
Hay otros que hacen buenos trabajos en el power point, pero lo
que me disgusta es que lo leen todo. Leen lo que está escrito. Redundante y
soporífero. Como apoyo a clases a distancia, en modalidad e-learning, el power
point resulta una herramienta exquisita, irremplazable, aporta dinamismo y
medida profundidad. Pero, claro está, se requieren presentaciones que exploten
adecuadamente el uso del lenguaje audiovisual y todas las posibilidades que
ofrece.
En el tercer caso, el power point producido y usado por
estudiantes en sus exposiciones, no es otra cosa que el reflejo del
acondicionamiento al que los hemos sometido con nuestras clases. ¿Los power
points de tus alumnos son aburridos? ¿Leen todo textualmente? En la mayoría de
los casos es el reflejo de lo que les hemos enseñado o, al menos, van a
manifestar brutalmente lo que no hemos logrado transmitirles. Me gusta el power
point en Educación, pero como con todas las herramientas, me gusta más un
maestro que lo sepa usar.
prof. Benedicto González Vargas
prof. Benedicto González Vargas
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