lunes, 28 de enero de 2008

Marco Antonio de la Parra y los deberes y derechos de los alumnos

Marco Antonio de la Parra es un destacado psiquiatra y escritor chileno que se ha aproximado notablemente a la cultura popular a través de su participación en radio y televisión. Su programa Puro Cuento, donde recibía relatos de los auditores que luego eran publicados en El Mercurio tenía notable audiencia y convocatoria literaria. Es una persona conocida, un "famosillo" (utilizando el lenguaje despectivo de la farándula) y, por lo tanto la gente lo conoce, reconoce y aprecia. Lo que no es menor para un escritor, pues su oficio suele ser muy desconocido. Por esta razón, por ser alguien que logra cruzar todos los estratos sociales, quiero rescatar esta vieja entrevista publicada en marzo de 2000, cuando fue consultada su opinión para la Revista Ventanal, relativa a los deberes y derechos de los estudiantes, un tema que nunca pasa de actualidad. 

Este es el texto íntegro de la breve entrevista en comento: 
"El profesor siempre tiene la razón" 

La relación maestro alumno no se basa en un simple ejercicio asimétrico de la autoridad. La autoridad justamente radica en la transmisión del uso del error, la incertidumbre, la intolerancia al no conocimiento, como partes fundamentales de un entrenamiento creativo, el encendido de una pasión real por el estudio y un verdadero trabajo con el material como propiedad iluminadora en la mente del alumno. 

¿Cuándo están los deberes del alumno por sobre sus derechos? 

Es muy importante que el alumno sienta que sus deberes van en su beneficio, que el horario no es antojadizo, que el aprendizaje de una disciplina es parte del entrenamiento de una mente superior, que la maestría no se puede practicar si no es bajo ciertos acuerdos básicos. Es su deber aceptarlo. 

¿Es deber del profesor fiscalizar el consumo de drogas? 

Para nada. Sólo si el alumno no está en condiciones psíquicas o físicas de participar en la sesión de aprendizaje lo entregará a los profesionales correspondientes que verán que ha sucedido en ese caso. El maestro no puede aceptar que el alumno no cuida su cuerpo y su mente para colaborar con el trabajo común. Se establece un contrato explícito: el maestro tampoco puede estar borracho o enfermo. Ambos cuidan el vínculo. 

¿Hasta dónde debe involucrarse el profesor en la vida personal de sus alumnos? Lo justo y necesario. Es confusa y poco clara la frontera entre el psicoterapeuta, el amigo y el maestro. Hay cercanía precisa, cálida y seria. Lo importante es la pregunta constante: ¿estamos conservando el acuerdo inicial: aprender? 

¿El profesor debe transmitir sus conceptos políticos, religiosos o éticos dentro de la sala de clases?

Si confunde a sus alumnos puede pervertir la relación y provocar una confusión insoportable entre el dirigente, el proselitismo, el gurú o el guía espiritual que pueden ser peligrosísimos. 

¿Debe haber representación estudiantil? 

Por supuesto. Deben aprender a manejarse como una sociedad. El resto es un centro de entrenamiento individual donde toda solidaridad estará ausente. 

¿Pueden los alumnos opinar sobre el curriculum escolar? 

El alumno DEBE meditar cómo y por qué podría aprender más y mejor. Eso no puede perderse de vista nunca. Las materias tratadas van quedando obsoletas rápidamente. La memoria se vuelve disco duro y los más importante es aprender a utilizar el cerebro más que a retener datos. Esto requiere el amor maestro por sus alumnos (un buen sueldo que fortalezca el amor por su oficio) y el despertar de una pasión en el alumno por descubrir que la función de la educación es entender el mundo. 

Un breve análisis personal: Por cierto no puedo estar de acuerdo en todo lo que señala de la Parra, pero hay notables puntos de aproximación entre lo que he publicado antes en este blog y sus palabras. Anoto las siguientes coincidencias: 1. "La autoridad justamente radica en la transmisión del error, la incertidumbre, la intolerancia al no conocimiento como partes fundamentales de un entrenamiento creativo en el artículo Tomarconciencia de los errores: metacognición pura, publicado en septiembre recién pasado, me referí a la importancia de trabajar con el error y convertirlo en un momento productivo, creativo y de aprendizaje, lo que queda bien resumido en la expresión del entrevistado. 

2. "El alumno DEBE meditar cómo y por qué podría aprender más y mejor..." Todos los artículos que he publicado sobre Metacognición apuntan a este objetivo central de gran importancia para el aprendizaje de nuestros niños y jóvenes. 

3. Sus opiniones sobre la responsabilidad y el "despertar la pasión en el alumno", también son concordantes con lo que hemos dicho siempre. Aunque en este blog hemos más bien hablado de sorprender al estudiante (lo que, en definitiva, es una forma de despertar esa pasión). Dónde no puedo estar de acuerdo es en el tema del consumo de drogas y la tajante respuesta "para nada". Luego relativiza el tema al señalar que cuando el alumno está impedido de aprender porque no ha cuidado su cuerpo, el profesor interviene derivando a otros profesionales. Pero, en mi opinión, "para nada" significa nunca y eso implica no solo desconocer a los propios alumnos con los que trabaja, sino dejar de lado todo esfuerzo de orientación al respecto. De hecho, tan extraña es la respuesta elegida, que resulta incoherente en sí misma, porque luego agrega "el maestro no puede aceptar que el alumno no cuide su cuerpo". Si aplicamos esto último (con lo que estoy plenamente de acuerdo), el "para nada" se convierte en "siempre" y aunque el docente no es un policía o un fiscalizador, jamás debe cerrar la vista a lo que acontece con sus alumnos. 

En fin, una vieja, pero buena entrevista que quise compartir con ustedes esta tarde calurosa del verano en Santiago de Chile. 

prof. Benedicto González Vargas 

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