En el portal Educarchile aparece publicado un artículo sobre
la enseñanza de las matemáticas, que me ha resultado muy interesante y
cuyos contenidos deseo compartir con ustedes. El artículo en comento es, en
realidad, una reflexión respecto del libro Aportes para la Enseñanza de
la Matemática, que publicó UNESCO hace pocos días. Parte el comentario
marcando un fuerte énfasis en la idea de la evaluación como un proceso que permite recoger información sobre
el estado de los saberes de los alumnos, y que orienta la toma de decisiones de
enseñanza. Por cierto que varias veces me he referido al tema de la
evaluación
y por ello suscribo plenamente este énfasis.
El texto señala luego que a partir
de las producciones de los niños se puede recabar información acerca de las
dificultades que presentan en dicha asignatura, así como también, por cierto,
de lo que han aprendido. Sin embargo, lo más notable que señala es que en esa
información se pueden encontrar también los resultados derivados de nuestras
propias estrategias de enseñanza. Si bien es cierto esto es algo sabido y
comentado desde siempre, todos tenemos experiencia de que en la práctica la
evaluación sólo se usa para conocer lo que sabe o no el estudiante y muy pocas
veces para reflexionar sobre las propias prácticas metodológicas docentes, lo
que es fundamental.
El texto del artículo continúa con la recomendación de que
frente a los "errores" descubiertos será necesario: analizarlos, intentar
comprender cómo y por qué se producen, y diseñar actividades de distinto tipo
que permitan revisar o ampliar lo ya conocido. Y en este punto arroja una
pregunta fundamental si queremos de verdad entregar enseñanza a todos los
estudiantes: ¿Qué factores pueden incidir en la dificultad o facilidad con que
nuestros alumnos resuelven las tareas matemáticas? El análisis continúa
haciéndose cargo de una costumbre docente que no es sólo propia de las
Matemáticas, sino que cruza horizontalmente a todas las asignaturas. Se trata
del hecho de que muchas veces los docentes procuramos anticipar los errores de
nuestros alumnos con la intención de acortar el proceso de enseñanza-aprendizaje
(a menudo los tiempos empiezan a presionarse ante la imposibilidad de entregar
todo el currículum anual cuando un curso no avanza al ritmo esperado), pero
anticipar los errores de los estudiantes, especialmente en el área de las
ciencias no es posible del todo, puesto que los errores son parte del proceso y
surgen en función de los conocimientos que circulan en la clase y no de la falta de habilidad para la matemática,
mote que suele endilgarse a más de algún estudiante.
En el caso de cuestiones
presentes en las producciones de muchos alumnos del curso, habrá que
preguntarse, en principio, en qué medida las actividades propuestas como
evaluación recuperan los contextos, las tareas, y las representaciones
incluidas en las actividades seleccionadas para presentar y desarrollar el
tema. Muchas veces, la aparición de una nueva representación, o de un contexto
que involucra un significado distinto para una operación, deriva en la
imposibilidad de utilizar lo conocido pues aún se encuentra muy ligado a las representaciones
y los contextos analizados previamente. En este sentido, con la intención de
verificar si el estudiante se ha apropiado verdaderamente de los contenidos
enseñados, las evaluaciones suelen descontextualizarse totalmente de la forma
en que se hizo la clase.
En Aportes para la enseñanza de la Matemática se
analizan algunas de las dificultades que muestran los estudiantes al responder
las preguntas del estudio, con el fin de entregar a los docentes algunas
propuestas para interpretar los resultados de las pruebas y las producciones de
los alumnos, así como algunas sugerencias para trabajar en clase. El trabajo
que se propone para las clases de matemática, por ejemplo, parte de la
resolución de problemas y supone un docente que alienta la reflexión sobre lo
realizado, incentiva al niño para que comunique sus producciones y fundamente
sus elecciones. Todo ello sin olvidar que la escuela debe proporcionar las
herramientas para formar ciudadanos plenos, críticos y responsables que puedan
participar activamente en la construcción de una sociedad mejor. Termina el
texto señalando que "estudiar matemática es
hacer matemática en su sentido más amplio, porque requiere involucrarse en la
resolución de un problema, indagar las condiciones particulares y generales que
involucra, generar conjeturas, identificar modelos con los que abordar el
problema y reconocer el campo de validez de un cierto procedimiento o de una
afirmación producida en el marco de este proceso".
El
estudiante que sólo repite lo que le transmite el profesor se somete al
aprendizaje de técnicas sin conocer su sentido, validez, importancia ni uso
práctico y, ante el más que probable fracaso en la asignatura, la única
respuesta que ofrece, como si fuera una profecía autocumplida, es "soy malo para las matemáticas"
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prof. Benedicto González Vargas
Gracias por pinchar la publicidad en estas páginas
Karina, dice:
ResponderEliminar19 febrero 2009
es verdaddddddddddddddddddd...............
prof. Benedicto González Vargas, dice:
Eliminar20 febrero 2009
Gracias, Karina, por encontrar que lo poco que señalo sobre este tema es verdad. Saludos afectuosos, Benedicto